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El que no ama a su hermano a quien ha visto, no puede amar a Dios, a quien no ha visto. 1Jn 4:20.
Amamos a Dios al amar a otros
Los creyentes que nos rodean son importantes para Dios. Por lo tanto, ellos deben ser igualmente importantes para nosotros. En realidad, decir que amamos a Dios pero no amar a otros creyentes, se asemeja mucho a decir: “Tu me gustas, pero no me gusta tu esposa”. La Biblia dice: “Todo el que ama, ha nacido de Dios, y lo conoce. El que no ama, no conoce a Dios, porque Dios es amor” (1Jn 4:7-8). Si no podemos amar a las personas que se reúnen con nosotros en la iglesia, ¿cómo podemos aseverar que amamos a Dios, que está en los cielos? La esencia del amor no es lo que pensamos, o lo que hacemos o brindamos a los demás, sino cuánto damos de nosotros mismos. “Lleven una vida de amor, así como Cristo nos amó y se entregó por nosotros como ofrenda y sacrificio fragante para Dios” (Ef 5:2). El amor nos hace poner a un lado nuestras necesidades, y ofrecernos de forma extraordinaria para satisfacer las necesidades de los demás en nuestra familia e iglesia en casa. Amarse unos a otros significa que cedemos nuestras preferencias, comodidades, metas, seguridad, dinero, energía, o tiempo, para beneficiar a alguien más. Amamos a Dios cuando nos vemos unos a otros de la manera en que Dios nos ve. Esto quiere decir que dejamos de juzgar a los demás de acuerdo a las apariencias, y comenzamos a verlos desde una perspectiva celestial. Ver como Cristo nos ve nos permite percibir las cosas que Dios percibe, como por ejemplo en Juan 4, donde Jesús se encuentra con la mujer en el pozo. A juzgar por las apariencias, esta era una mujer con un largo historial de pecados. Su pueblo la rechazó debido a su pasado, y los judíos también la rechazaron debido a su procedencia étnica. Pero Jesús vio su verdadero valor y su desesperada necesidad, y la llenó con su agua viva. Amamos a Dios cuando nos convertimos en hacedores de su Palabra, no solo en oidores. “El que escucha la palabra, pero no la pone en práctica, es como el que se mira el rostro en un espejo, y después de mirarse, se va y se olvida enseguida de cómo es” (Stg 1:23-24): Es realmente posible estudiar diligentemente las Escrituras y, sin embargo, no tener una comprensión del amor de Dios (Jn 5:39-40). Es casi imposible sentarse en un banco de la iglesia y pasarse treinta años asimilando las Escrituras sin hacer mucho por aquellos que nos rodean, y a pesar de eso, aseverar que amamos a Dios. La Biblia dice: “El que afirma: ‘Lo conozco, pero no obedece sus mandamientos, es un mentiroso, y no tiene la verdad. En cambio, el amor de Dios se manifiesta plenamente en la vida del que obedece su Palabra. De este modo sabemos que estamos unidos en Cristo: El que afirma que permanece en Él, debe vivir como Él vivió” (1Jn 2:4-6). La Biblia dice que debemos mostrar amor cada vez que tengamos la oportunidad, y usar cada ocasión que se nos presente. ¿Estamos concientes de que constantemente Dios nos está colocando personas al frente para que tengamos estas oportunidades de demostrar amor? El día de hoy podría marcar un nuevo principio en nuestra vida al abrir nuestros ojos y comenzar a buscar las oportunidades que Dios nos está dando. La Biblia enseña: “Nunca digas a tu prójimo: ‘Vuelve más tarde, te ayudaré mañana’, si hoy tienes con qué ayudarlo”. ¿Por qué ahora es el mejor momento de expresar amor? Porque no sabemos durante cuánto tiempo tendremos la oportunidad de poder hacerlo. Las circunstancias cambian, la personas mueren, los niños crecen. No tenemos garantía del mañana. Si queremos expresar amor, necesitamos hacerlo ahora. En vista de que un día nos presentaremos ante Dios, aquí hay algunas preguntas que necesitamos considerar: ¿Cómo explicaremos esas veces en que los proyectos o las cosas han sido más importantes para nosotros que las personas? ¿Con quién necesitamos comenzar a emplear más tiempo? ¿Qué debemos recortar de nuestro horario para que esto sea posible? ¿Qué sacrificios necesitamos hacer?