lunes, 23 de agosto de 2010

Tema del dia 4

[Escucha y Lee]

Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a nuestros hermanos. 1Jn 3:14

Amar a otros es la evidencia de que pertenecemos a la familia de Dios.
Nuestro amor por otros es el fruto que emana de nuestra relación con Dios, pero es importante entender que esto no establece nuestra relación con Él. “Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes sino que es el regalo de Dios. No por obras, para que nadie se jacte.” (Ef 2:8-9). Cuando nos convertimos en miembros de la familia de Dios ocurre una transformación de muerte a vida, la cual nos cambia de ser selectivos en cuanto a quién amamos, a ser libres e incondicionales con relación a nuestro amor. “Cualquiera que ame de esta manera, es nacido de Dios, y lo conoce.” (1Jn 4:7). “Pero sin este amor como el de Cristo, no es posible que reclamemos ser parte de la familia de Dios. “ (1Jn 3:10). Considere esto: Si usted no siente amor por otros, y solo está preocupado por sus necesidades, entonces debiera preguntarse si realmente Cristo está presente en su vida. Un corazón que Dios ha transformado, es un corazón que ama. Si tiene dudas acerca de su salvación, entonces una de las primeras preguntas que debe hacerse es: ¿Amo a otras personas, empezando con los miembros de mi propia familia? Si no hay fruto, debe cuestionar la raíz. ¿Puede señalar un momento específico en su vida cuando le dijo “Sí” a Dios y permitió que Jesús entrara a su corazón? Si su respuesta es “No”, entonces es hora de arreglar el asunto. ¿Para quién va a vivir? ¿Para usted, o para Dios? Tal vez dude, preguntándose si tendrá fuerzas para vivir para Dios y amar como Él le está pidiendo que ame, pero no se preocupe, Dios le dará lo que necesite una vez que haya elegido vivir para Él y se convierta en un miembro de su familia. La Biblia dice: “Su divino poder, al darnos el conocimiento de Aquel que nos llamó por su propia gloria y potencia, nos ha concedido todas las cosas que necesitamos para vivir como Dios manda.” (2P 1:3). El primer paso en el aprendizaje para amar como Jesús nos ama, comienza cuando nos rendimos por completo a Jesucristo. La Biblia promete: “…mas a cuantos los recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser Hijos de Dios.” (Jn 1:12). ¿Aceptarás el ofrecimiento de Dios?


Primero, debes CREER. Cree que Dios te ama y te creó con un propósito. Cree que no eres un accidente. Cree que fuiste hecho para durar por siempre. Cree que Dios te escogió para tener una relación con Jesús. Cree en tu corazón que Jesús murió en la cruz por ti y que Dios lo resucitó de entre los muertos (Ro 10:9). Cree que, sin importar lo que hayas hecho en el pasado, Dios quiere perdonarte.


Segundo, debes RECIBIR. Recibe a Jesús en tu vida como tu Señor y Salvador. Recibe el perdón de tus pecados. La Biblia dice: “El que cree en el Hijo tiene vida eterna.” (Jn 3:36). Dondequiera que estés leyendo esto, te invito a inclinar tu rostro, y en quietud, susurra esta oración: “Jesús, creo en ti, y te recibo.” El Espíritu de Dios vendrá a tu vida y te dará el poder para amar a otros como Dios quiere que amemos a los demás. 


Si esa oración fue sincera, ¡Felicidades! ¡Bienvenido a la familia de Dios! Ahora estás listo para descubrir y comenzar a vivir el propósito de Dios para tu vida. Te insto a contarles a las personas en la iglesia donde se congrega acerca de esta decisión, para que ellos puedan celebrar y orar contigo, así como ayudarte a crecer en la madurez cristiana. Tal vez algunos otros que estén leyendo esto ya hayan hecho una entrega a Jesús, pero ahora reconocen que no han estado realizando un trabajo muy bueno al amar a los demás creyentes. Está bien. Dios lo ayudará a aumentar su capacidad para amar. En efecto, ese será uno de los beneficios de estos 40 días de estudio en comunidad. Puedes usar este desafío devocional para convenir con Dios en que “lo que vale es la fe que actúa mediante el amor” (Ga 5:6).