Por tanto, acéptense mutuamente, así como Cristo los aceptó a ustedes para gloria de Dios Ro 15:7
Debemos aceptar a los demás de la manera en que Jesús nos acepta.
Primero, no importa donde estén, Jesús los encontrará allí. Debemos aceptar a los incrédulos a pesar de las circunstancias de sus vidas, mirándolos como lo hace Jesús, con ojos de amor. Jesús sabe todo lo que ellos han hecho, todo lo que han dicho, todo lo que han pensado, y no obstante, todavía los ama y acepta. ¡Y nosotros también debemos hacerlo! Una de las expresiones más profundas de amor es la atención, Mostramos el amor de Dios a los incrédulos cuando empleamos tiempo con ellos. El tiempo es un don precioso para cualquiera, porque es algo que nunca se puede recuperar. Hay personas a nuestro alrededor que se mueren deseando que las noten, se mueren porque alguien les regale tiempo. Necesitan saber que le importan a Dios, y que él las creó con un propósito y para un propósito.
Segundo, no importa el apodo que las personas les den, Jesús sabe el nombre de ellos. Mientras que todos los demás estaban acusando a Zaqueo de ser un pecador, Jesús lo llamó por su nombre y lo alcanzó con la amistad. Y este don de la amistad cambió el corazón de Zaqueo. Jesús quiere que hagamos lo mismo. Él quiere que alcancemos a los perdidos con su amor y aceptación. Él quiere que veamos a otros como Él nos ve a nosotros, y que los involucremos en los propósitos de Su Reino mediante el amor genuino y la amistad.
Tercero, no importa lo que hayan hecho, Jesús no los rechazará. La buena conducta nunca ha sido un pre-requisito para tener amistad con Jesús. Él ama y acepta a las personas no importa lo que hayan hecho. Él está mucho más interesado en cambiarnos que en condenarnos. Si Zaqueo fue algo parecido al resto de nosotros, es probable que pensara que no era lo suficiente bueno como para invitar a Jesús a venir a su casa, pero la realidad es esta: Jesús lo había visto todo. No importa lo que hayan hecho, Jesús les dice: “Todos los que el Padre me da vendrán a mí; y al que a mi viene, no lo rechazo” (Jn 6:37). Jesús no solo tiene un plan y propósito para su vida, sino también tiene un plan y un propósito para aquellos que todavía no creen en Él. Es por eso que él quiere que salgamos a alcanzar y le demos la bienvenida a otros a la familia de Dios.