Respétense y hónrense mutuamente. Ro 12:10.
El respeto comienza con la perspectiva de Dios.
Respeto significa ver a otras personas mediante los ojos de nuestro Padre, como seres eternos (Jn 3:16). “Ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios” (1P 2:9). También significa vernos unos a otros como “herederos de Dios y coherederos con Cristo.” (Ro 8:17).
Respeto significa recordar constantemente que pronto estaremos viviendo en el cielo con aquellos de nuestras iglesias en casa y congregaciones, incluso con los que ahora se nos hace difícil respetar. “Dios ha dispuesto los miembros de nuestro cuerpo, dando mayor honra a los que menos tenían.” (1Co 12:24).
Una parte importante de mostrar respeto es sencillamente escuchar. Ofrecemos nuestra presencia y abrimos los oídos para escuchar las heridas secretas y dolores del corazón, los sueños y deseos más ansiados de unos y otros. El Dios del universo escucha nuestras oraciones; Jesús escuchó a los que lo rodeaban; nosotros debemos escuchar a nuestros hermanos y hermanas en Cristo. Parte de escuchar quiere decir no apresurarnos para arreglar las cosas ni para dar una respuesta; respetamos a los demás lo suficiente como para dejarlos contar toda su historia. A veces todo lo que necesitamos es que alguien oiga lo que está en nuestros corazones. Respetar significa confiar en los demás en lugar de asumir que actuarán equivocadamente, o que no lo harán tan bien como nosotros lo haríamos (Fil 2:3). También demostramos respeto en la manera que hablamos acerca de los demás cuando no están presentes. Nada destruye las relaciones con más rapidez que los chismes (Pr 16:28).
Respeto significa que en lugar de escuchar los rumores y propagarlos hacemos todo lo posible para proteger la reputación y dignidad de nuestros hermanos en Cristo. La Biblia enseña que el amor cubre multitud de pecados (1P 4:8). Superamos la demostración de respeto cuando trabajamos mucho para:
1. Tener tacto, no solo honestidad. Tener tacto es pensar antes de hablar, saber que la manera en que usted dice algo influirá en la manera en que se recibirá. “La crítica es mejor recibida cuando se presenta de manera cariñosa, y como cristianos maduros debemos tener el conocimiento pleno pero hablar la verdad en amor” (Ef 4:15). Antes de hablar francamente con alguien, pregúntese: "¿Por qué estoy diciendo esto? ¿Mis palabras van a ayudar o destruir a esta persona?" “La lengua que brinda consuelo es árbol de vida; la lengua insidiosa deprime el espíritu.” (Pr 15:4).
2. Comprender, no demandar. Respetamos a los demás cuando los tratamos como a nosotros nos gustaría que nos tratasen (Lc 6:31). Cuando las personas están tratando con usted, ¿prefiere que sean exigentes o comprensivas? Debemos ser considerados los unos con los otros respecto a los sentimientos y tensiones: a veces las personas no se sienten bien, y tienen un mal día. La Biblia dice: “Al sabio de corazón se le llama inteligente; los labios convincentes promueven el saber” (Pr 16:21). El mejor lugar para practicar esto es en nuestros hogares y en las iglesias en casa. Con frecuencia somos más corteses con los extraños que con las personas a quienes vemos a diario.
3. Ser amables, no críticos. Debemos ser corteses y respetuosos con los demás, incluso cuando no estemos de acuerdo, concentrándonos primero en nuestra conducta. “Así que, cada uno de nosotros tendrá que dar cuentas de sí a Dios. Por tanto, dejemos de juzgarnos unos a otros. Más bien propónganse no poner tropiezo ni obstáculo a nadie” Ro 14:12-13
4. Ser corteses, no rudos. Si otros lo tratan con brusquedad, usted no tiene que reaccionar igual. Como seguidores de Cristo, se nos enseña que reaccionemos con bondad. “No te dejes vencer por el mal; al contrario, vence el mal con el bien” (Ro 12:21).
Una nota final al respecto: “Dios confió en los pastores y líderes espirituales de su iglesia para que cuiden de ustedes como quienes tienen que rendir cuentas, y ellos son responsables ante Dios de esta tarea” (He 13:17). Ellos deben enseriar correctamente la Palabra de Dios; confrontar las falsas enseñanzas antes de que se propaguen; proclamar el evangelio a los incrédulos; orar por todas las personas, incluso usted y su familia; preparar y nombrar líderes; y deben hacer esto mientras sirven como el ejemplo de lo que significa ser un seguidor de Jesús (1 y 2 Timoteo; Tito). Tener tacto, comprensión, amabilidad y cortesía no surge con facilidad en nosotros, pero todo esto es muy necesario. En su peregrinaje de hoy, piense en estas cosas, y pídale a Dios fortaleza del Espíritu para que los capacite respetándose y honrándose mutuamente.