jueves, 26 de agosto de 2010

Tema del dia 18

[Escucha y Lee]

En fin, vivan en armonía los unos con los otros; compartan penas y alegrías; practiquen el amor fraternal, sean compasivos y humildes. 1P 3:8

Dios nos capacita para quitarnos el temor el uno al otro mediante el amor.

Quitamos el temor de la comunidad al amarnos unos a otros, para que al apoyarnos, cada miembro se sienta seguro dentro del grupo, Esta seguridad nos permite mostrar nuestra humanidad al grupo, incluyendo todo el gozo y dolor, nuestras altas y bajas, nuestras victorias y derrotas. Nos damos mutuamente la misma seguridad inusual que Cristo nos da, para ser sinceros, estar tristes, estar desorientados y confundidos y, no obstante, ser amados. Dios nos desafía a crear una comunidad en la cual nos amemos de todo corazón los unos a los otros como si la vida dependiera de esto (1P 1:22), y donde podamos vivir, movernos y existir (Hch 17:28). Dios quiere que lloremos y celebremos como si fuéramos uno, interesándonos igualmente los unos por los otros (1Co 12:25-26) mientras nos consolamos y confrontamos, alegramos y advertimos, queremos y desafiamos dentro de un ambiente de apoyo y seguridad. Él quiere que nos apoyemos mutuamente con corazones tiernos y mentes humildes.

Corazones tiernos: “Nos apoyamos porque Dios nos apoya, y debemos animar a otros con el ánimo que recibimos de él” (2Co 1:4).
Mostramos ternura de corazón cuando nos decimos mutuamente:
·  Comprendo que tengas un mal día.
·  Comprendo que estés cansado.
·  Comprendo que admitas tus errores.
·  Comprendo que digas que tu matrimonio está fallando.
·  Comprendo que confieses tus adicciones
·  Comprendo que digas que tienes miedo
·  Comprendo que quieras descansar un día de tu bebé.
·  Comprendo que llores esta pérdida.
·  Comprendo que dudes, que estés confundido, que llores.

Mentes humildes: Las personas humildes no se concentran en lo poco que se consideran valer, ni tampoco se preocupan por los actos humildes. Una conducta como esa es realmente egocéntrica y refleja falsa humildad. Nuestra humildad debe ser un resultado natural de nuestro espíritu amante, donde veamos mediante los ojos de Dios el valor de los demás. La verdadera humildad también significa entender nuestros valores en Cristo y nuestro propósito único. Esto nos permite celebrar los éxitos de los demás, sabiendo que Dios nos bendice a cada uno en maneras diferentes y en momentos diferentes, de acuerdo a nuestras necesidades y a, nuestra misión.
Demostramos tener mentes humildes cuando nos decimos unos a otros:
·   Está bien comprar un auto nuevo.
·   Está bien celebrar que te dieran un aumento enorme.
·   Está bien que nos digas con toda alegría que bajaste 8 kg. de peso.
·   Está bien decir que ganaste la competencia de las ventas.
·   Está bien gritar “¡Aleluya!” porque la presencia de Dios en tu vida es tan buena.
Demostramos tener un corazón tierno cuando lloramos con los que lloran. Demostramos una mente humilde cuando nos regocijamos con las bendiciones de los demás como si fueran las nuestras.


Apoyarnos mutuamente también significa que nos vemos unos a otros como lo que podemos ser, no como lo que parezcamos ser ahora. Jesús llamó a Pedro una "roca" mientras que todavía el pescador estaba actuando irnpulsivamente (Mt 16:18), y Dios llamó a Gedeón, un hombre de valor maravilloso, cuando estaba escondido del enemigo (Jue 6:11-12). Nos animamos y edificamos unos a otros (1Ts 5:11) cuando vemos a otros en términos de su propósito y misión en la vida. A medida que vemos la mutua edificación (Ro 14:19), será útil recordar que la palabra "edificación" significa literalmente "brindar apoyo a". Encontramos fuerzas en lugares que brindan apoyo, lugares en los que es seguro ser nosotros mismos. ¿Cómo sería eso en su iglesia en casa?