Hermanos, sigan todos mi ejemplo, y fíjense en los que se comportan conforme al modelo que les hemos dado. Fil 3:17.
Necesitamos ver modelos para madurar.
Muchas personas cometen el error de pensar que todo lo que necesitan para crecer espiritualmente es la Palabra de Dios y la oración. Pero la verdad es que necesitamos personas que nos ayuden a crecer. Un carácter semejante a Cristo se forma mediante las relaciones, no en aislamiento. Hay muchas cosas, que nunca aprenderá por su cuenta, que Dios quiere que usted aprenda acerca de la vida. Esto solo se aprende en comunidad. Siempre crecemos más rápido y fuertes con ejemplos vivos que nos pueden modelar cómo es una vida con propósito. Necesitamos más que explicaciones, necesitamos ejemplos. Pablo reconoció el poder de un patrón cuando aconsejó: “Hermanos, sigan todos mi ejemplo, y fíjense en los que se comportan conforme al modelo que les hemos dado” (Fil 3:17).
Para crecer, necesitamos ver los principios en la práctica. Necesitamos ver a qué se parece el creer cuando este se traduce en una conducta en situaciones cotidianas. Cuando Pablo viajaba a una ciudad para iniciar una iglesia, comenzaba por simplemente vivir entre la gente. Él era una "Biblia viviente", reflejando la vida de Jesús, en quien el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros (Jn 1:14). Pablo vivió la verdad de la palabra en su carne mientras habitó entre la gente. Después que Pablo salía de una ciudad, él podía escribir: “Pongan en práctica lo que de mi han aprendido, recibido y oído, y lo que han oído en mi, y el Dios de paz estará con ustedes” (Fil 4:9).
¿Quiénes son sus modelos para seguir a Cristo? ¿A quién está observando y de quién está aprendiendo? Permítame hacer una pregunta aun más fuerte: ¿Es usted un ejemplo para alguien más? En la escuela primaria, es probable que usted disfrutara de "Enseña y explica". Como creyentes, por lo general somos mejores dando la explicación que enseñando el modelo. En la cultura actual, el mundo necesita con desesperación personas que puedan mostrar cómo amar a nuestros cónyuges y hacer que el matrimonio perdure; cómo relacionarnos con nuestros hijos; cómo hacer negocios con integridad; cómo manejar el conflicto igual que Jesús. Estas son lecciones que aprendemos al observar a otros.
No solo necesitamos modelos para crecer, también necesitamos mentores. Los mentores son las personas que han seguido a Cristo durante más tiempo que nosotros y que son capaces de compartir las lecciones aprendidas en la vida. Usted habrá oído que es sabio aprender de la experiencia, pero es más sabio aprender de las experiencias ajenas. ¡La vida es demasiado corta para aprenderlo todo mediante nuestra experiencia! Y algunas situaciones dolorosas se pueden evitar si usted tiene la suficiente inteligencia para aprender de los mentores de la familia de su iglesia. Pregúntese esto: "¿Cuál ha sido la mayor influencia positiva en mi vida?" Seguramente no fue un sermón, ni una lección de Escuela Dominical. Fue alguien que formó su vida por medio de una relación personal. ¿Puede ver la sabiduría de Dios al crear la iglesia, una familia llena de mentores y modelos para nuestro beneficio? Por eso es que relacionarse con un grupo pequeño es tan crucial para el crecimiento espiritual. Es una oportunidad para aprender los unos de los otros.
Hoy, emplee unos momentos para prepararse a poner esto en práctica. Escriba nombres de personas en su iglesia en casa de quienes le gustaría aprender. Luego identifique qué específicamente le gustaría aprender de ellos. Estas personas no tienen que ser perfectas para servir de modelo o mentor. Si la perfección fuera un requisito, nadie excepto Jesús nos podría ayudar. Para crecer espiritualmente, usted también debe desear ser un modelo o mentor para otros. Tal vez esto lo asuste, pero todo lo que necesita es estar un paso más allá de la persona a quien está sirviendo de mentor. Las personas no esperan que usted sea perfecto, ya saben que no lo es. Lo que quieren es que sea honesto. Así que déjeles ver sus luchas, no solo sus éxitos. Por lo general, crecemos tanto a partir de los puntos débiles de los demás como de los fuertes.