Por eso anímense y edifíquense unos a otros, tal como lo vienen haciendo.1Ts 5:11.
Tenemos el poder de matar o de dar vida.
Muchos de los mensajes que escuchamos del mundo son de la clase que matan. Se nos dice: "No eres inteligente; no eres delgado; eres muy lento; no eres BUENO". La Biblia dice: En la lengua hay poder de vida y muerte; quienes la aman comerán de su fruto (Pr 18:21). En un mundo donde la gente recibe palizas e insultos, nosotros podemos compensar el negativismo. Tenemos el poder de dar vida diciéndonos unos a otros: Esforcémonos por promover todo lo que conduzca a la paz y a la mutua edificación (Ro 14:19). Es decir, usted me importa. Su vida es importante y tiene un propósito. Dios le ama, y usted es de un valor increíble para él. Tal vez nuestras palabras sean el único ánimo que algunas personas recibirán en un día. Podemos convertirnos en la voz de la gracia de Dios en sus vidas, ayudándolos con palabras que los animen. Vemos un ejemplo de esto en Lucas 13, donde Jesús cura a una mujer que durante dieciocho años estuvo imposibilitada de pararse derecha. Cuando los lideres de la sinagoga cuestionaron su sanidad en un día sábado, Jesús dijo que estaba liberando a una hija de Abraham de las garras de Satanás. Él no la describe como una anciana, una mujer inválida, sino por el contrario, como una honrosa hija de la nación judía. Pero más importante aún, él le da prioridad a su necesidad desesperada, su condición espiritual y física, por encima de las rutinas del día.
¿Se imagina qué bendición fue para ella oír estas palabras? Jesús la sanó físicamente y también la valorizó. Ella era una querida hija de Abraham, digna de ser tomada en cuenta, y lo suficientemente importante para ayudarla de inmediato y no solo durante tiempos designados. En el Nuevo Testamento, la palabra "ánimo" con frecuencia significa "acercarse a una persona". Debemos acercarnos unos a otros, "edificándonos unos a otros" precisamente como el Santo Consolador se nos acerca para enseñarnos y recordarnos los caminos de Jesús (Jn 14:26). Nos hacemos animadores cuando dejarnos de mirar para abajo y para el interior y comenzamos a mirar hacia arriba y hacia afuera. Todo lo que tenemos que hacer es mirar a los alrededores, la necesidad y oportunidad de animar está por donde quiera. Cada uno debe agradar al prójimo para su bien, con el fin de edificarlo (Ro 15:2).
Entonces, ¿qué le parece? Esta semana, ¿se convertirá usted en una fuente constante de ánimo para los que lo rodean? Es una elección de su parte; usted puede levantar el espíritu de una persona, cambiar la atmósfera de su oficina, o aliviar la carga de alguien en su grupo pequeño. Dios dice: Esfuércense siempre por hacer el bien, no sólo entre ustedes sino a todos (1Ts 5:15b). El mejor lugar para comenzar es el hogar y las iglesias en casa, donde con regularidad nos reunimos para edificarnos unos a otros. Igual que fortalecemos un músculo, nos fortalecemos unos a otros cuando ejercitamos nuestra decisión de animarnos.
Aquí verá algunos pasos para ayudarlo a comenzar:
· Entréguese a animar y consolar. Desde hoy en adelante, decida: "Voy a edificar a las personas que me rodean". ¿Se imagina el impacto que esto tendría? El nombre de Bernabé, literalmente significa "hijo de consolación". ¿Qué clase de influencia tendría usted si se comprometiera a ser un hijo o hija de consolación?
· Valore a las demás personas. En los temas pasados hemos visto una y otra vez que las personas son de valor para Dios, y si son de valor para Él, deben ser de valor para nosotros. Un animador trabaja mucho para sacar a relucir lo mejor de los demás.
· Concéntrese en lo que realmente es importante. Cuando Jesús sanó a la "hija de Abraham", se concentró en lo que realmente era importante. Para llegar a ser un animador, tal vez usted tenga que cambiar sus prioridades, ajustar su agenda y enfocarse en el hecho de que las personas son de mayor valor para Dios que nuestros horarios sobrecargados.
Que su conversación esta semana esté salpicada con frases como estas: "Creo en ti …”, "Estoy muy agradecido contigo …", "Veo que Dios te está usando …", "Lo aprecio …" y "Me alegra que estés en mi vida". Anímese, hay una buena noticia de gran gozo para todos, y su nombre es Cristo Jesús.