Anímense unos a otros cada día, para que ninguno de ustedes se endurezca por el engaño del pecado He 3:13
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"A mí eso no me interesa" no es una frase cristiana. Sí te importa. Igual que "el hierro se afila con el hierro" (Pr 27:17), debemos estimularnos unos a otros a tener una conducta semejante a Cristo y protegernos mutuamente para no caer en nuestra fe. Necesitamos personas en la vida que nos amen lo suficiente como para advertirnos cuando sea necesario. Como estudiamos la semana pasada, Dios quiere que cada uno hable a su prójimo con la verdad, porque todos somos miembros de un mismo cuerpo (Ef 4:25). Nótese que la base para decir la verdad y advertirnos mutuamente es que "todos somos miembros de un mismo cuerpo".
Nuestras advertencias no deben ser solo reproches, deben ser positivas y redentoras, llamándonos a un lugar más alto y recordándonos nuestros santos propósitos. Son exhortaciones a la restauración, y las damos como correcciones amorosas con un corazón humilde y palabras compasivas. El apóstol Pablo dijo: Así que estén alerta. Recuerden que día y noche, durante tres años, no he dejado de amonestar con lágrimas a cada uno en particular (Hch 20:31).
¿Se ecucha la pasión y compasión en su voz? Cuando el amor es el que motiva nuestras advertencias y estas se basan en relaciones sinceras, es muy raro que se reciban como bruscas o mal intencionadas. El hecho es que estas advertencias son una expresión de cuánto amamos al otro. Debemos advertir, pero es necesario que también estemos dispuestos a recibir advertencias. Es un hecho que todos tenemos "puntos ciegos". A menudo usamos esta frase para describir la falta de habilidad de un chofer para ver ciertas áreas alrededor del vehículo que está guiando. Para ver los "puntos ciegos" el chofer necesita un poco de ayuda de alguien más en el asiento del pasajero de un automóvil. Esta ilustración ayuda a explicar el fundamento de la exhortación. Necesitamos que en el auto nos acompañen amigos que nos ayuden a ver los peligros cercanos. Si con todo conocimiento alguien nos deja dar un giro hacia una senda de peligro, ese no es un verdadero amigo; la advertencia no tiene el fin de denigrar nuestras destrezas para manejar, sino mantenerlas en la senda correcta. Al igual que cuando manejamos, las señales, deben de ser inmediatas. Debemos aprovechar el momento, porque esperar para señalar solo lleva al desastre. Es un riesgo involucrarse pero, ¿cuántos matrimonios se habrían salvado, cuántas relaciones sanado, cuántas decisiones malas podríamos haber evitado, si alguien nos hubiera amado lo suficiente para advertirnos? Piense en sus amigos cristianos o en su iglesia en casa, ¿conoce a alguien que necesite una advertencia? Quizás usted esté viendo un patrón que no es correcto desarrollándose en la vida de alguien. Tal vez esté notando un cinismo que va en aumento, un flirteo, o una deuda financiera que se está amontonando o un exceso de trabajo. Es probable que oiga una vocecita que le diga: "Eso a ti no te importa. ¿Quién eres tú para advertir a nadie? Tú tienes tus problemas”. Pero a usted sí le importa. Si usted no se inmiscuye en la vida de su amigo, ¿quién lo hará?