Transformados por los problemas.
Pues los sufrimientos ligeros y pasajeros que ahora padecemos producen una gloria eterna que vale muchísimo más que todo sufrimiento.2Co 4:17
El fuego del sufrimiento hace relucir el oro de la consagración. Madame Guyon.
Dios tiene un propósito detrás de cada problema
Él se vale de las circunstancias para desarrollar nuestro carácter. En efecto, Él depende más de las circunstancias para hacernos más como Jesús que de nuestra lectura de
CÓMO ENTENDER ROMANOS 8:28-29.
Este es uno de los pasajes bíblicos más mal citados y mal entendidos de
“Sabemos”:
Nuestra esperanza en los tiempos difíciles no se basa en el pensamiento positivo, la expresión de buenos deseos o en un optimismo natural. Es una certeza basada en las verdades siguientes: que Dios tiene el control completo de nuestro universo y que nos ama.
“...que Dios dispone...”:
Hay un Gran Diseñador detrás de todo. Tu vida no es el resultado de una opción aleatoria, el destino o la suerte. Hay un plan maestro. La historia es su historia. Dios ejerce su influencia. Nosotros cometemos errores, pero Él nunca yerra. Dios no puede equivocarse porque es Dios.
“...todas las cosas...”:
El plan de Dios para tu vida involucra todo lo que te pasa, incluyendo tus errores, pecados y heridas. La enfermedad, las deudas, los desastres, el divorcio y la muerte de los seres queridos. Dios puede producir algo bueno del peor mal. Ya lo hizo en el Calvario.
“…para...”:
No separada o independientemente. Los acontecimientos de tu vida obran juntos en el plan de Dios. No son actos aislados, sino partes interdependientes del proceso para hacerte como Cristo. Para hacer un pastel usas harina, sal, huevos crudos, azúcar y aceite. Si se comen por separado, cada ingrediente es bastante desagradable o incluso amargo. Pero al cocinarlos juntos se vuelven deliciosos. Si pones en las manos de Dios todas tus experiencias, tristes y desagradables, Él las mezclará para el bien.
“...el bien...”:
Esto no dice que todo en la vida sea bueno. Mucho de lo que pasa en nuestro mundo es vil y malo, pero Dios se especializa en producir algo bueno de todo lo que pase. En el árbol genealógico oficial de Jesucristo, figuran cuatro mujeres en la lista: Tamar; Rahab, Rut y Betsabé. Tamar sedujo a su suegro para quedar embarazada. Rahab era una prostituta. Rut ni siquiera era judía y quebrantó la ley casándose con un hombre judío. Betsabé cometió adulterio con David, que resultó ser el asesino de su marido. Estas mujeres no se destacaban precisamente por su buena reputación, pero Dios produjo lo bueno de lo que era malo, y Jesús vino de ese linaje. El propósito de Dios está por encima de nuestros problemas, de nuestro dolor o incluso de nuestro pecado.
“...de quienes aman (a Dios), los que han sido llamados...”:
Esta promesa es sólo para los hijos de Dios. No es para todos. Todas las cosas obran para el mal de los que viven oponiéndose a Dios e insisten en hacer lo que quieren.
“...de acuerdo con su propósito...”:
¿Cuál es ese propósito? Que seamos “a imagen de su Hijo”. Todo lo que Dios permite que pase en tu vida, ¡lo permite para cumplir con ese propósito!
CÓMO FORJAR UN CARÁCTER SEMEJANTE AL DE CRISTO.
Somos como joyas talladas con el martillo y el cincel de la adversidad. Si el martillo de un joyero no tiene la fuerza suficiente para limar nuestras asperezas, Dios usará su mazo. Si realmente somos tercos, utilizará un taladro. Empleará cualquier cosa que tenga que usar. Todos los problemas son una oportunidad para forjar el carácter, y cuanto más difícil sea, mayor será el potencial para construir el músculo espiritual y la fibra moral. Pablo dijo: “Sabemos que el sufrimiento produce paciencia. Y la paciencia, entereza de carácter”. Lo que pasa fuera de tu vida no es tan importante como lo que sucede dentro. Las circunstancias son temporales, pero tu carácter durará para siempre. A menudo
Ya que la intención de Dios es hacerte como Jesús, te llevará a través de las mismas experiencias que atravesó su Hijo, incluidas la soledad, la tentación, el estrés, la crítica, el rechazo y muchos otros problemas. La Biblia afirma que Jesús “aprendió la obediencia por lo que padeció” y “fue perfeccionado por el sufrimiento”. ¿Por qué habría de eximirnos Dios de lo que Él mismo le permitió experimentar a su propio Hijo? Pablo dijo:”Nosotros pasamos exactamente por lo mismo que atraviesa Cristo. ¡Si pasamos por tiempos difíciles con Él, entonces seguramente pasaremos por los tiempos buenos con Él!”.
CÓMO ENFRENTAR LOS PROBLEMAS COMO CRISTO.
Los problemas no producen automáticamente los resultados que Dios quiere. Muchas personas se vuelven amargadas, en vez de mejorar, y nunca crecen. Tú tienes que responder de la manera en que Jesús lo hubiera hecho.
Recuerda que el plan de Dios es bueno.
Dios sabe lo que es mejor para ti y en su corazón tiene presente tus mejores intereses. Dios le dijo a Jeremías: “Los planes que tengo para ti (son) planes para prosperarte y no para dañarte, planes para darte esperanza y un futuro”. José entendió esta verdad cuando le dijo a sus hermanos que lo habían vendido como esclavo: “Ustedes pensaron dañarme, pero Dios lo pensó para bien”. Ezequías se hizo eco del mismo sentimiento al referirse a su enfermedad mortal: “Fue por mi propio bien que yo pasé ese tiempo tan difícil”. Siempre que Dios te diga no a tu pedido de alivio, recuerda: “Dios está haciendo lo mejor para nosotros, entrenándonos para vivir para Él de la mejor y más santa manera”. Es vital que te concentres en el plan de Dios, no en tu dolor o en tu problema. Así es cómo Jesús soportó el dolor de la cruz, y así se nos insta a seguir su ejemplo: “Mantengamos fijos los ojos en Jesús que, sin importarle lo oprobioso de tal muerte, estuvo dispuesto a morir en la cruz porque sabía el gozo que tendría después”. Corrie ten Boom, que estuvo recluida y sufriendo en un campo de concentración nazi, explicó el poder del pensamiento concentrado: “Si miras al mundo, te afligirás. Si miras tu interior, te deprimirás. Pero si miras a Cristo, ¡reposarás!” tu enfoque determina tus sentimientos. El secreto de la paciencia es recordar que tu dolor es temporal, pero tu recompensa eterna. Moisés soportó una vida de problemas “porque tenía la mirada puesta en la recompensa”. Pablo resistió las penalidades de la misma manera. Él dijo: “Nuestros problemas presentes son bastante pequeños y no durará mucho tiempo. ¡Sin embargo producen para nosotros una gloria inmensamente grande que durará para siempre!”. No cedas ante el pensamiento a corto plazo. Mantén tu mirada enfocada en el resultado final: “Si hemos de compartir su gloria, también debemos compartir su sufrimiento. Lo que sufrimos ahora no es nada comparado con la gloria que Él nos dará después”.
Regocíjate y da gracias.
Niégate a darte por vencido.
Se paciente y persistente.