miércoles, 16 de febrero de 2011

Tema del dia 65

[Escucha y Lee]
Transformados por los problemas. 


Pues los sufrimientos ligeros y pasajeros que ahora padecemos producen una gloria eterna que vale muchísimo más que todo sufrimiento.2Co 4:17 


El fuego del sufrimiento hace relucir el oro de la consagración. Madame Guyon. 


Dios tiene un propósito detrás de cada problema 


Él se vale de las circunstancias para desarrollar nuestro carácter. En efecto, Él depende más de las circunstancias para hacernos más como Jesús que de nuestra lectura de la Biblia. La razón es obvia: Enfrentas circunstancias veinticuatro horas al día. Jesús nos advirtió que tendríamos problemas en el mundo. Nadie es inmune al dolor, nadie puede evitar el sufrimiento y nadie consigue deslizarse a través de la vida sin problemas. La vida es una serie de conflictos. Cada vez que logramos solucionar uno, hay otro esperando para ocupar su lugar. No todos son grandes, pero todos son significativos en el proceso de crecimiento de Dios para ti. Pedro nos asegura que los problemas son normales: “Queridos hermanos en Cristo, no se sorprendan de tener que afrontar problemas que ponen a prueba su confianza en Dios. Eso no es nada extraño”. Dios usa los problemas para acercarte a Él. La Biblia dice: “El Señor está cerca de los que tienen el corazón quebrantado; libra a los que tienen el espíritu aplastado”. Tus experiencias de adoración más profundas probablemente ocurran en tus días más oscuros, cuando tu corazón esté destrozado, cuando te sientas abandonado, cuando ya no tengas opciones, cuando el dolor sea enorme: y sólo te quede recurrir a Dios. Durante el sufrimiento aprendemos a pronunciar nuestras oraciones más auténticas, más sentidas y más sinceras con Dios. Cuando estamos sufriendo, no tenemos energía para oraciones superfluas. Joni Eareckson Tada escribió: “Cuando la vida es color rosa, podemos deslizarnos por ella sabiendo de Jesús, imitándolo, citándolo y hablando de Él. Pero sólo durante el sufrimiento lo conocemos”. En los momentos de sufrimiento aprendemos cosas acerca de Dios que no podríamos de otra manera. Dios pudo haber evitado que José fuera a la cárcel, que a Daniel lo pusieran en el foso de los leones, que a Jeremías lo echaran en la mazmorra, que Pablo naufragara tres veces, y que los tres jóvenes hebreos fueran echados en el horno de fuego; pero no lo hizo. Dios permitió que esos problemas sucedieran y, como resultado, esas circunstancias acercaron a cada uno de ellos a Dios. Los problemas nos obligan a mirar a Dios y a depender de Él más que de nosotros mismos. Pablo testificó de este beneficio: “Nos pareció que estábamos ya sentenciados a muerte y vimos lo inútiles que éramos para escapar; pero eso fue lo bueno, porque entonces lo dejamos todo en las manos del único que podía salvarnos: Dios”. Nunca sabrás que Dios es todo lo que necesitas hasta que Él sea todo lo que tengas. Sin considerar la causa, ninguno de tus problemas podrían suceder si Dios no lo permite. Todo lo que le pase a un hijo de Dios es filtrado por el Padre, y Dios piensa usarlo para bien, aun cuando la intención de Satanás y otros sea para el mal. Porque Dios es el soberano que todo lo controla, los accidentes son sólo incidentes en el buen plan que tiene para ti. Como todos los días de tu vida se escribieron en el calendario de Dios desde antes de que nacieras, todo lo que te pasa tiene significado espiritual. ¡Todo! Romanos 8:28-29 explica por qué: “Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo”.


CÓMO ENTENDER ROMANOS 8:28-29
Este es uno de los pasajes bíblicos más mal citados y mal entendidos de la Biblia. No dice: “Dios hace que todo suceda como yo quiero”. Obviamente eso no es cierto. Tampoco dice: “Dios hace que todo suceda para tener un final feliz sobre la tierra”. Eso tampoco sería verdad. Hay muchos finales infelices sobre la tierra. Vivimos en un mundo caído. Sólo en el cielo se hace todo perfectamente con Dios quiere. Por eso se nos dice que oremos: “Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”. Para entender cabalmente Romanos 8:28-29 debes considerar frase por frase. 


“Sabemos”
Nuestra esperanza en los tiempos difíciles no se basa en el pensamiento positivo, la expresión de buenos deseos o en un optimismo natural. Es una certeza basada en las verdades siguientes: que Dios tiene el control completo de nuestro universo y que nos ama. 


“...que Dios dispone...”
Hay un Gran Diseñador detrás de todo. Tu vida no es el resultado de una opción aleatoria, el destino o la suerte. Hay un plan maestro. La historia es su historia. Dios ejerce su influencia. Nosotros cometemos errores, pero Él nunca yerra. Dios no puede equivocarse porque es Dios. 


“...todas las cosas...”
El plan de Dios para tu vida involucra todo lo que te pasa, incluyendo tus errores, pecados y heridas. La enfermedad, las deudas, los desastres, el divorcio y la muerte de los seres queridos. Dios puede producir algo bueno del peor mal. Ya lo hizo en el Calvario. 


“…para...”
No separada o independientemente. Los acontecimientos de tu vida obran juntos en el plan de Dios. No son actos aislados, sino partes interdependientes del proceso para hacerte como Cristo. Para hacer un pastel usas harina, sal, huevos crudos, azúcar y aceite. Si se comen por separado, cada ingrediente es bastante desagradable o incluso amargo. Pero al cocinarlos juntos se vuelven deliciosos. Si pones en las manos de Dios todas tus experiencias, tristes y desagradables, Él las mezclará para el bien. 


“...el bien...”
Esto no dice que todo en la vida sea bueno. Mucho de lo que pasa en nuestro mundo es vil y malo, pero Dios se especializa en producir algo bueno de todo lo que pase. En el árbol genealógico oficial de Jesucristo, figuran cuatro mujeres en la lista: Tamar; Rahab, Rut y Betsabé. Tamar sedujo a su suegro para quedar embarazada. Rahab era una prostituta. Rut ni siquiera era judía y quebrantó la ley casándose con un hombre judío. Betsabé cometió adulterio con David, que resultó ser el asesino de su marido. Estas mujeres no se destacaban precisamente por su buena reputación, pero Dios produjo lo bueno de lo que era malo, y Jesús vino de ese linaje. El propósito de Dios está por encima de nuestros problemas, de nuestro dolor o incluso de nuestro pecado. 


“...de quienes aman (a Dios), los que han sido llamados...”
Esta promesa es sólo para los hijos de Dios. No es para todos. Todas las cosas obran para el mal de los que viven oponiéndose a Dios e insisten en hacer lo que quieren. 


“...de acuerdo con su propósito...”
¿Cuál es ese propósito? Que seamos “a imagen de su Hijo”. Todo lo que Dios permite que pase en tu vida, ¡lo permite para cumplir con ese propósito! 


CÓMO FORJAR UN CARÁCTER SEMEJANTE AL DE CRISTO. 
Somos como joyas talladas con el martillo y el cincel de la adversidad. Si el martillo de un joyero no tiene la fuerza suficiente para limar nuestras asperezas, Dios usará su mazo. Si realmente somos tercos, utilizará un taladro. Empleará cualquier cosa que tenga que usar. Todos los problemas son una oportunidad para forjar el carácter, y cuanto más difícil sea, mayor será el potencial para construir el músculo espiritual y la fibra moral. Pablo dijo: “Sabemos que el sufrimiento produce paciencia. Y la paciencia, entereza de carácter”. Lo que pasa fuera de tu vida no es tan importante como lo que sucede dentro. Las circunstancias son temporales, pero tu carácter durará para siempre. A menudo la Biblia compara las pruebas con el fuego de una refinería de metales que funde las sustancias para quitar las impurezas. Pedro dijo: “Estos problemas vienen a demostrar que su fe es pura. Esta fe vale mucho más que el oro”. A un platero le preguntaron: “¿Cómo sabe usted cuándo la plata es pura?” Él contestó “Cuando me veo reflejado en ella”. Una vez que has sido refinado por las pruebas, la gente puede ver reflejado a Jesús en ti. Santiago dijo: “Bajo la presión, su vida de fe queda al descubierto y muestra sus colores verdaderos”. 


Ya que la intención de Dios es hacerte como Jesús, te llevará a través de las mismas experiencias que atravesó su Hijo, incluidas la soledad, la tentación, el estrés, la crítica, el rechazo y muchos otros problemas. La Biblia afirma que Jesús “aprendió la obediencia por lo que padeció” y “fue perfeccionado por el sufrimiento”. ¿Por qué habría de eximirnos Dios de lo que Él mismo le permitió experimentar a su propio Hijo? Pablo dijo:”Nosotros pasamos exactamente por lo mismo que atraviesa Cristo. ¡Si pasamos por tiempos difíciles con Él, entonces seguramente pasaremos por los tiempos buenos con Él!”. 


CÓMO ENFRENTAR LOS PROBLEMAS COMO CRISTO. 
Los problemas no producen automáticamente los resultados que Dios quiere. Muchas personas se vuelven amargadas, en vez de mejorar, y nunca crecen. Tú tienes que responder de la manera en que Jesús lo hubiera hecho. 


Recuerda que el plan de Dios es bueno. 
Dios sabe lo que es mejor para ti y en su corazón tiene presente tus mejores intereses. Dios le dijo a Jeremías: “Los planes que tengo para ti (son) planes para prosperarte y no para dañarte, planes para darte esperanza y un futuro”. José entendió esta verdad cuando le dijo a sus hermanos que lo habían vendido como esclavo: “Ustedes pensaron dañarme, pero Dios lo pensó para bien”. Ezequías se hizo eco del mismo sentimiento al referirse a su enfermedad mortal: “Fue por mi propio bien que yo pasé ese tiempo tan difícil”. Siempre que Dios te diga no a tu pedido de alivio, recuerda: “Dios está haciendo lo mejor para nosotros, entrenándonos para vivir para Él de la mejor y más santa manera”. Es vital que te concentres en el plan de Dios, no en tu dolor o en tu problema. Así es cómo Jesús soportó el dolor de la cruz, y así se nos insta a seguir su ejemplo: “Mantengamos fijos los ojos en Jesús que, sin importarle lo oprobioso de tal muerte, estuvo dispuesto a morir en la cruz porque sabía el gozo que tendría después”. Corrie ten Boom, que estuvo recluida y sufriendo en un campo de concentración nazi, explicó el poder del pensamiento concentrado: “Si miras al mundo, te afligirás. Si miras tu interior, te deprimirás. Pero si miras a Cristo, ¡reposarás!” tu enfoque determina tus sentimientos. El secreto de la paciencia es recordar que tu dolor es temporal, pero tu recompensa eterna. Moisés soportó una vida de problemas “porque tenía la mirada puesta en la recompensa”. Pablo resistió las penalidades de la misma manera. Él dijo: “Nuestros problemas presentes son bastante pequeños y no durará mucho tiempo. ¡Sin embargo producen para nosotros una gloria inmensamente grande que durará para siempre!”. No cedas ante el pensamiento a corto plazo. Mantén tu mirada enfocada en el resultado final: “Si hemos de compartir su gloria, también debemos compartir su sufrimiento. Lo que sufrimos ahora no es nada comparado con la gloria que Él nos dará después”. 


Regocíjate y da gracias. 
La Biblia nos dice: “den gracias a Dios en toda situación, porque esta es la voluntad para ustedes en Cristo Jesús”. ¿Cómo es posible eso? Considera que Dios nos dice que demos gracias “en todas las circunstancias”, no “por todas las circunstancias”. Dios no espera que le agradezcas por el mal, el pecado, el sufrimiento o por sus consecuencias dolorosas en el mundo. En cambio, quiere que le agradezcas porque usará tus problemas para cumplir sus propósitos. La Biblia dice: “Alégrense siempre en el Señor”. No dice: “Alégrense por su dolor”. Eso es masoquismo. Te regocijas “en el Señor”. No importa qué problemas estés pasando, puedes regocijarte en el amor de Dios, su cuidado, su sabiduría, su poder y fidelidad, Jesús dijo: “Alégrense, salten de alegría, porque en el cielo obtendrán una gran recompensa”. También podemos alegrarnos al saber que Dios está con nosotros en medio del dolor. No servimos a un Dios distante y aislado que nos dispara frases alentadoras desde un flanco seguro. Todo lo contrario, Él entra en nuestro sufrimiento. Jesús lo hizo en la Encarnación, y su Espíritu lo hace ahora en nosotros. Dios nunca nos dejará solos. 


Niégate a darte por vencido. 
Se paciente y persistente. La Biblia dice: “Dejen que el proceso continúe hasta que su paciencia se desarrolle totalmente, y encontrarán que se han vuelto como un hombre de carácter maduro... sin debilidades”. La formación del carácter es un proceso lento. Siempre que tratemos de evitar o eludir las dificultades de la vida, hacemos cortocircuito en el proceso, retardamos nuestro crecimiento y realmente terminamos sufriendo una clase de dolor que es peor: el tipo de dolor sin sentido que acompaña la negación y la evasión. Cuando asumes las consecuencias eternas del desarrollo de tu carácter, no pronuncias tanto oraciones del tipo “Consuélame” (“Ayúdame a sentirme bien”), sino que tus oraciones serán más bien “Adáptame” (“Usa esto para hacerme más como tú”). Sabrás que estás en proceso de maduración cuando empieces a ver la mano de Dios en las circunstancias más variadas, confusas y aparentemente vanas de la vida. Si estás enfrentando un problema ahora mismo, no preguntes: “¿Por qué a mi?”. Pregunta en cambio: “¿Qué quieres que aprenda?” Después confía en Dios y sigue haciendo lo que es correcto. “ustedes necesitan mantenerse firmes, permaneciendo en el plan de Dios para poder estar allí cuando tenga lugar la plenitud prometida”. No te des por vencido: ¡Madura!