miércoles, 25 de mayo de 2011

Tema del dia 83

LA AUTORIDAD DEL NOMBRE DE JESÚS
Jesús nos dio una carta poder legal, el derecho de usar su nombre


Dios escucha y responde la oración. Nosotros podemos establecer eso mismo. Funciona. Algunos frecuentemente apuntan a oscuras al orar. Le llaman orar y se dejan llevar por eso. Esperan que funcione de algún modo u otro. Pero necesitamos tomar una posición en la palabra de Dios y dejar que el cielo, el infierno y la tierra sepan que la palabra de Dios es verdadera y que creemos en ella. Tenemos que madurar en oración: algunas veces Dios nos concede concentrarnos en Él en un nivel muy elemental, pero es mejor que maduremos espiritualmente y nos encontremos con Él en su nivel. La Biblia enseña que hay una similitud entre el crecimiento espiritual y el crecimiento físico. “Deseen, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcan para salvación” (1 P 2:2). Nadie nace siendo adulto; nacemos como bebés y crecemos. Tampoco nadie nace en Cristo siendo un adulto espiritual; nacemos siendo bebés y crecemos. Al madurar en la palabra, nuestra vida de oración mejora. Cuando somos niños oramos: “Padre, dame, dame ..”, como el hijo pródigo. No está mal, mientras somos niños. Pero Dios quiere que maduremos espiritualmente y que oremos como Saulo: “¿Qué quieres que yo haga?”. Dios requerirá más de nosotros que lo requería unos años atrás. Cuando recibimos la revelación del Espíritu, tenemos que caminar en esa luz. 


LOS DERECHOS DEL CREYENTE EN EL NOMBRE DE JESÚS 
Mr 16:17-18 Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán


La oración debe ser dirigida al Padre en el nombre de Jesús. Esa es la clave para ver nuestras oraciones respondidas. 


Tenemos el derecho para echar fuera demonios
Jesús nos dio una carta poder, o el derecho de usar Su nombre al orar por nuestras necesidades individuales y cuando somos tentados por el diablo. Jesús dijo: “en mi nombre echarán fuera demonios…”. Cuando Él envió a setenta discípulos a predicar, ellos regresaron y le dijeron: “Señor, aún los demonios se nos sujetan en tu nombre” (Lc 10:17). En Hch 16:16-18 leemos que Pablo echó fuera el demonio de una joven: “…mas desagradando a Pablo, éste se volvió y dijo al espíritu: Te mando en el nombre de Jesucristo, que salgas de ella. Y salió en aquella misma hora”. La hija de una mujer fue internada en un hospital psiquiátrico por causa de locura y violencia extrema. Cuando esta mujer conoció a Jesús, creció espiritualmente y se fortaleció en fe y oración, decidió orar la oración de fe por su hija, ejerciendo su autoridad en el nombre de Jesús para echar fuera de su hija al demonio que la tenía atada. Le pidió a doce mujeres que eran fuertes en la fe que fueran con ella a la Institución Mental para que la apoyaran en oración. Cuando llegaron al patíbulo donde tenían a su hija, la madre le dijo al encargado: “Quiero que por favor me abra la puerta y me deje entrar, porque he venido a orar por mi hija”. “No puedo hacer eso”, respondió, “ella la matará, es insanamente violenta”. Él argumentó que no la podía dejar entrar porque perdería su empleo, pero mientras decía eso estaba abriendo las puertas. La madre entonces entró y cerró la puerta de nuevo. La hija loca, parecía más un animal que un ser humano. Sus uñas y su cabello estaban crecidos en demasía, y bufaba y salivaba como lo haría un animal. Mientras las doce mujeres oraban afuera en silencio, la madre oró en voz alta, ordenando al demonio salir de su hija en el nombre de Jesús, y reprendiéndolo. Oró de esta manera cerca de diez minutos. De pronto, la hija se relajó, miró hacia arriba y dijo: “¡Mamá! ¿eres tú, mamá?” Lanzó sus brazos alrededor de ella, la abrazó y la besó. Ese día fue dada de alta del manicomio como una persona normal. Su madre conocía sus derechos. Conocía la autoridad que tenía para echar fuera demonios en el nombre de Jesús. 


Tenemos el derecho para hablar nuevas lenguas
Jesús también dijo: “en mi nombre … hablarán nuevas lenguas”. Cada creyente tiene el derecho de hablar en otras lenguas. Hay tres tipos de lenguas: las de los hombres, las de los ángeles y las del Espíritu. En la fiesta de Pentecostés, cuando fue derramado el Espíritu Santo, los ciento veinte reunidos en el aposento alto fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen. Esas lenguas eran de los hombres, idiomas conocidos de diecisiete naciones diferentes de las cuales habían peregrinos entre la multitud, y reconocían que les hablaban de las maravillas de Dios. Pablo a los Corintios les explica que hay lenguas angelicales y también lenguas extrañas, que nadie entiende, solo el Espíritu. 


Tenemos el derecho de dominar a los principados y potestades
Jesús también dijo: “en mi nombre … tomarán en las manos serpientes”. Las serpientes son un tipo de los principados y potestades espirituales “porque no tenemos lucha contra carne y sangre, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”. Las manos son tipo de dominio espiritual “Tu diestra, oh Señor, ha quebrantado al enemigo”.  Por eso dice la escritura que los creyentes daremos a conocer la multiforme sabiduría de Dios a los principados y potestades en los lugares celestiales, conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús, para proclamar la victoria de Cristo sobre la muerte, sobre Satanás, sobre el pecado y la enfermedad. Tenemos el derecho de inmunidad en contra de atentados. Jesús aseguró: “en mi nombre… si bebieren cosa mortífera, no les hará daño”. Jesús aseguró que seríamos perseguidos y que intentarían matarnos por causa de Su nombre. Pero dijo que no tuviéramos miedo, porque aún los cabellos de nuestra cabeza estaban todos contados. A través de la historia Dios ha librado de atentados a sus siervos, sobre todo en los pueblos remotos, montañas y selvas, donde la forma más eficaz de matar a alguien es por medio del envenenamiento. El diablo también procurará matarnos por medio de las alimañas. Cuando Pablo fue mordido por accidente por una serpiente venenosa en la Isla de Malta, la gente que lo vio esperaba que cayera muerto. Cuando él no murió y su mano no se hinchó por el veneno, la gente supo que había sucedido un milagro. Una mujer misionera en un país extranjero, mientras iba por la calle, fue picada por un escorpión mortal. No había antídoto para esa mordida en esos días.  La gente que la vio esperaba que ella se hinchara y se muriera, pero ella simplemente se lo sacudió en el nombre de Jesús y ni siquiera se enfermó del estómago. Como resultado de eso, mucha gente creyó y fue salva. Hubo un atentado grave contra una denominación que tenía una convención en Corpus Christi, Texas. De repente, cerca de treinta personas cayeron alarmantemente enfermas y comenzaron a orar los unos por los otros. Mientras oraban, alguno tuvo la revelación de que el agua de los jarrones de los cuartos de uno de los hoteles estaba envenenada. Esta persona precavió a los demás de ya no beber esa agua. El Señor escuchó las oraciones y todos fueron sanados. Tomaron una muestra de agua y las pruebas de laboratorio mostraron que había suficiente veneno en el agua como para matar un regimiento. Pero los hermanos fueron inmunes en el nombre de Jesús. Casos así pasan mucho en la obra misionera. 


Tenemos el derecho de sanar enfermos
Jesús dijo: “en mi nombre … pondrán las manos sobre los enfermos, y estos sanarán”. No imponga las manos sobre alguien y ore “si es la voluntad de Dios…”. Tampoco ore por la sanidad del enfermo. Jesús ordenó: “Sanen enfermos”. Ponga las manos sobre los enfermos y declare la sanidad en el nombre de Jesús. 


NUESTRA PARTE Y LA PARTE DE DIOS
Nosotros debemos hacer en obediencia lo que Jesús ha mandado. Nosotros hacemos lo que podemos, para que Jesús haga lo que no podemos. Nosotros hacemos lo posible, Él lo imposible. Note que Jesús dijo “sobre los enfermos pondrán sus manos”. Nosotros hacemos la imposición de manos, no Jesús ni el Espíritu Santo. A nosotros nos toca poner las manos, a Jesús le toca sanar a los enfermos. Somos nosotros los que hablamos en lenguas, es Jesús quien nos da lenguas humanas, angélicas o extrañas. Mucha gente dice: “es que me temo que solamente soy yo”. ¡Claro que fuiste tú! Tú tienes el derecho de hablar en lenguas en el nombre de Jesús. El Espíritu te da las palabras, pero tú eres el que hablas. Somos nosotros los que tenemos que predicar el evangelio y proclamar la victoria de Cristo. Es el Espíritu Santo y su ejército de ángeles quienes remueven y hacen retroceder a los principados y potestades en los lugares celestiales. Es nuestro derecho usar el nombre de Jesús. Pertenece a todos los creyentes, no solo a algunos “ungidos” o “elegidos”. El mas ordinario creyente en el Señor tiene tanto derecho a usa el nombre de Jesús como el más encumbrado ministro espiritual. Otro aspecto importante: no tenemos que “luchar por fe”. Algunos creen que si tuvieran la fe suficiente podrían hacer estas cosas. Pero note que Jesús no dijo: “Si tienen suficiente fe…”; Él dijo: “Estas señales seguirán a los que creen…”. Es suficiente creer en el evangelio no solo para ser salvos, sino para ejercer nuestro derecho de usar Su nombre para desatar Su poder. Simplemente tenemos que echar mano de lo que nos pertenece, como dijo Pablo a Timoteo: “Echa mano de la vida eterna”. El nombre de Jesús es tan tuyo como lo son tus manos y tus pies. Cuando te levantas por la mañana tú no le pides a Dios que te de fe para levantarte y caminar. Solamente te levantas y caminas, porque sabes que ahí están tus pies.  El nombre de Jesús es tan tuyo como tus manos y pies, y lo debes usar siempre. 


EL NEGOCIO DE LA ORACIÓN. 
Hay personas que oran y oran, pero los resultados no prueban que sus oraciones sirvan de algo. Si no tienes resultados cuando oras, necesitas re-examinar tus métodos. Si no tienes expectativas sobre lo que oras, entonces no hay necesidad de que ores. Tal como una empresa espera obtener utilidades, Dios quiere que nosotros esperemos utilidades cuando oramos. Si una empresa no está funcionando, la administración empezará a re-evaluar sus métodos y a hacer los cambios necesarios. Los cristianos también deberíamos re-evaluar nuestros métodos en la empresa de la oración – la empresa más productiva que existe. Por eso Dios “nos exhorta ante todo a que se hagan rogativas, oraciones y peticiones”. La oración es lo más importante. Desde el punto de vista práctico, el cristianismo es la fe viviente con el Dios viviente que escucha y responde nuestras oraciones. Debemos orar por resultados. Todas las cosas que Dios nos ha provisto en Cristo son ofrecidas a nosotros a través de la oración. Si no las tenemos, es porque no hemos orado de acuerdo a Sus términos y condiciones. ¡La oración produce resultados! ¡El tiempo de los milagros es hoy! ¡Dios cumple sus promesas! ¡Jesús es el mismo ayer y hoy y por los siglos!