EL ESPÍRITU SANTO: UNA FUENTE DE PODER SIEMPRE PRESENTE.
Cada creyente lleno del Espíritu tiene dentro de sí todo el poder necesario para vivir siempre en triunfo en Cristo.
El Nuevo Testamento nos muestra tres relaciones que Dios mantiene con el hombre:
(1) Dios por nosotros
(2) Dios con nosotros
(3) Dios en nosotros.
Dios es por nosotros y podemos estar seguros de esto: …Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? (Ro 8:31). Si Dios está de nuestro lado, podemos estar seguros de que vamos a ganar. Si Dios es por nosotros – y sabemos que Él es por nosotros – llegamos a vivir completamente sin temor. No importa cuán difícil pueda ser una situación – no importa que tan oscuras sean las nubes en el horizonte de nuestra vida - estamos tranquilamente confiados de que ganaremos. No hay lugar para la derrota si Jesús es por nosotros. También podemos estar seguros de que Dios está con nosotros. No importa en qué circunstancia, el Señor Jesús está con nosotros. El conocimiento de la Palabra de Dios, junto con esto, ciertamente debe hacer que nuestros corazones den saltos de júbilo dentro de nosotros y que nuestros espíritus se eleven en fe y confianza. En el Nuevo Testamento tenemos un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas (He 8:6). Bajo el Antiguo Testamento, Dios era por Israel y estaba con Israel, pero Él no estaba en ellos. Dios es por nosotros y con nosotros hoy, pero también tenemos algo mejor: Dios está en nosotros. ¡De hecho Dios está haciendo Su morada en nuestros cuerpos!
NUESTROS CUERPOS SON EL TEMPLO DE DIOS.
1Co 6:19 ¿Acaso no sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios está en vosotros?
2Co 6:16 ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual habéis recibido de Dios, y que no sois vuestros?
Muy pocos de nosotros estamos realmente conscientes de que Dios está en nuestros cuerpos. Si hombres y mujeres estuvieran conscientes de que Dios está en sus cuerpos, no hablarían ni actuarían como lo hacen. Constantemente algunos cristianos hablan de su falta de poder, de su falta de habilidad. ¡Si se dieran cuenta de que Dios está en ellos, sabrían que nada les es imposible! La Biblia dice en Mr 9:23 que la razón por la que todas las cosas son posibles para el que cree es porque Dios nuestro Padre planeó que el creyente debería tener a Dios mismo viviendo en él a través del poder del Espíritu Santo. Y teniendo a Dios dentro, nada es imposible. De todas las posibles verdades conectadas a nuestra redención, esta es el clímax: Después de que Dios nos volvió a crear y nos hizo nuevas criaturas – a su semejanza - entonces Él, en la persona del Espíritu Santo, hizo de nuestros cuerpos Su morada. Juan escribió en su primera epístola: Hijitos míos, vosotros sois de Dios y los habéis vencido, porque mayor es el que está en vosotros que el que está en el mundo (1Jn 4:4). Tanto Pablo como Juan escribían a aquellos que habían recibido la vida eterna, – aquellos en quienes el Espíritu Santo había sido derramado – aquellos que tenían a Cristo en sus corazones. Juan dijo mayor es el que está en vosotros, que aquel que está en el mundo. Cada creyente nacido de nuevo tiene dentro de sí el poder más grande que jamás ha existido ni existirá: El Espíritu Santo. Es muy obvio que cuando la Escritura dice que la santísima trinidad - Dios el Padre, Jesús y el Espíritu Santo - viven dentro de todos los que hemos creído en Jesús como Señor y Salvador, Dios ya no vive ni tiene que vivir en lugares construidos ni hechos por el hombre, porque nuestros cuerpos se han convertido en Su templo. Por eso dice la Escritura: Dios no habita en templos hechos de manos humanas (Hch 7). ¡La casa de Dios somos nosotros! ¡Los creyentes somos la iglesia, el templo! ¡Ya no tenemos que depender de un lugar para recibir alimento espiritual y ser revestidos del poder de Dios! ¡Tenemos dentro de nosotros a Dios en toda su plenitud y por eso podemos alimentarnos de Su palabra y ser revestidos de Su poder! ¡Ya no tenemos que buscar la presencia de Dios, o entrar en Su presencia o hacer descenderla porque la presencia de Dios está en nosotros continua y constantemente! ¡Aleluya!
BUENAS NOTICAS: EL ANTIGUO PACTO TERMINÓ.
En el Antiguo testamento, bajo el antiguo pacto, la presencia de Dios se encontraba en el lugar santísimo. Nadie se atrevía a acercarse excepto el sumo sacerdote, y con muchas precauciones. Si alguien se atrevía a entrar a la presencia de Dios, caía muerto. Era necesario que cada hombre de Israel fuera a Jerusalén al menos una vez al año para estar cerca de Dios, porque en el Templo Judío era donde estaba la presencia de Dios. Pero justo antes de que Jesús muriese en la cruz dijo: Consumado es. No se refería al Nuevo Pacto, sino al Antiguo Pacto. El Nuevo Pacto no se consumaría sino hasta que Jesús ascendiera a las alturas y se sentara a la Diestra del Padre entrando al Lugar Santísimo por su propia sangre para obtener la redención a favor nuestro, tal y como lo dice en Hebreos, que es cuando se consumó el Nuevo Pacto. Justo en el momento en que Jesús dijo: Consumado es, el manto del Templo del Lugar Santísimo se rasgó, se desgarró en dos de punta a punta. Flavio Josefo, el historiador judío, cuenta que dicho manto medía doce metros de ancho, seis metros de alto y tenía diez centímetros de grosor. Dios envió Su ángel para desgarrar el manto, lo cual significaba que el Antiguo Pacto había terminado, que el acceso al lugar santísimo ahora estaba abierto y accesible a todos los que creyesen en Jesús, por medio de su preciosa sangre. La presencia de Dios, que había sido contenida en el Lugar Santísimo, dejó esa estructura hecha por el hombre. Ya nunca más la presencia de Dios residiría ni estaría en ningún lugar hecho por el hombre. Es incorrecto llamar “la casa de Dios” al edificio o lugar donde nos reunimos como iglesia, porque Dios no vive en el edificio, Dios no habita en las paredes, por más aceite que le hayan echado y por más oraciones que hayan realizado “ungiendo” y “consagrando” el lugar como “casa de Dios”. ¡Dios ya no habita en templos, ni auditorios, ni catedrales, ni salones, ni iglesias, ni construcciones, ni casas, ni carpas! Dios vive y reina dentro de nuestros cuerpos a través del poder del Espíritu Santo, y reside en nuestro cuerpo de carne, en nuestra alma y en nuestro espíritu ¡nos llena por completo! Por eso afirmaba Juan: mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo. ¿Quién es el que está en el mundo? Satanás, el dios de este mundo. Pero Jesús, que está en nosotros, es más grande. Si estuviéramos conscientes del Más Grande que está en nosotros, no tendríamos jamás miedo al maligno, porque Jesús, que está en nosotros, es más grande y poderoso que el diablo, que está en el mundo. Si estamos conscientes de que el Espíritu Santo vive en nosotros y creemos lo que la Escritura dice de la presencia de Dios, no importa qué o a quién enfrentemos, no temeremos, porque tenemos la fuente del poder que habita dentro de nosotros. El Espíritu Santo ha venido a vivir en nosotros y nunca nos dejará, nunca se irá de nosotros, Jesús dijo que estaría en nosotros para siempre, y por eso podemos caminar en el poder del Espíritu Santo. No tenemos que ser derrotados por las circunstancias de la vida. Podemos elevarnos por encima de nuestras limitaciones de toda índole física y espiritual a través del poder del Espíritu Santo.