EVIDENCIAS INICIALES INMEDIATAS DEL BAUTISMO DEL ESPÍRITU SANTO.
Aunque tenemos el Espíritu desde que recibimos a Cristo, solo hasta que se manifiesta una evidencia externa es que hemos sido bautizados en el Espíritu Santo.
En el libro de los Hechos se nos muestran siete ocasiones en que el Espíritu Santo fue derramado. Antes de examinarlas, es necesario entender los tres términos neotestamentarios que se usan en referencia a nuestra experiencia con el Espíritu Santo: el bautismo, la llenura y la plenitud. El bautismo se refiere a la primera experiencia visible, tangible y consciente que el creyente tiene con el Espíritu que vive dentro de él; hay siete evidencias, como veremos en esta lección. La llenura consiste en alcanzar la totalidad de esa experiencia en un nivel de estilo de vida, y no solo de una experiencia. La plenitud estriba en tener todas las evidencias y andar en el Espíritu las veinticuatro horas del día los siete días de la semana. Por ejemplo, como veremos más adelante, el hablar en lenguas y el profetizar son dos de las siete evidencias del bautismo en el Espíritu. Supongamos que un creyente pide a Dios el bautismo en el Espíritu Santo, o un hermano le impone manos para que lo reciba, o Dios simplemente lo bautiza aunque él ni siquiera lo pida o esté consciente. Entonces empieza a hablar en otras lenguas. Es una experiencia inolvidable. El creyente ha sido bautizado en el Espíritu, pues tiene una evidencia externa. Sin embargo, al siguiente día todo vuelve a ser igual que antes, y meses después lo único que queda de esa experiencia es el recuerdo y el “testimonio” de lo que pasó. ¡Pero esa no es la voluntad de Dios! Así como el bautismo en agua es el primer paso en la vida cristiana, es el primer paso de obediencia que será seguido de muchos pasos de obediencia más y de crecimiento espiritual, de la misma manera, el bautismo en el Espíritu es solo el inicio. El creyente que habló en lenguas debe ejercitar el don que ha recibido, avivar el fuego del don de Dios que está en él, orando en lenguas cada día, y orando en lenguas cada vez más, de acuerdo a lo que enseña la Escritura en 1ª Corintios 14. De ese modo, alcanzará la llenura en ese aspecto, como manda Dios: sed llenos del Espíritu (en griego es “ser continuamente llenos”). Pero no debe quedarse allí, sino que debe procurar las otras evidencias, como dice 1Co 14 El que ora en lengua extraña, pida en oración poder interpretarla … quisiera que todos hablaran en lenguas, pero mucho más que profetizasen, porque mayor es el que profetiza que el que habla en lenguas. A partir del bautismo en el Espíritu, nos tomará toda la vida experimentar las demás evidencias y ejercitarlas a diario para alcanzar y mantener la plenitud del Espíritu. Ahora, de acuerdo a las Escrituras, hay siete evidencias externas, cuatro inmediatas y cuatro progresivas. Antes de entrar en detalle, aclaremos que el orden de los factores no altera el producto. Es posible que alguien tenga como primer evidencia el hablar en lenguas (una evidencia inmediata) y otro empiece a testificar de Jesucristo a los que le rodean en los siguientes días (una evidencia progresiva). Ambas experiencias, al ser la primera, son el bautismo del Espíritu Santo para ambos. Ninguna de las dos es más válida o espiritual que la otra. Sin embargo, ambos deberán ejercitar esa experiencia todos los días para alcanzar la llenura y de ese modo crecerán en Cristo e irán experimentando las otras evidencias hasta lograr la plenitud, porque eso es lo que Dios quiere, que todos lleguemos a la unidad de la fe y la estatura de Cristo, que vivió siempre en la plenitud del Espíritu. Hch 2:2-4 Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen. Esta fue la experiencia del cumplimiento de la Promesa del Padre que había sido anunciada por Jesús en Hch 1:4-5 Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.
PRIMERA EVIDENCIA: LA MANIFESTACIÓN DEL ESPÍRITU.
Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos.
La manifestación puede ser una sanidad, una señal, prodigio, milagro o repartimiento. En este caso fue un viento recio que llenó la casa y lenguas de fuego que se repartieron y asentaron sobre cada uno de ellos. En otra ocasión, el lugar donde estaban congregados tembló. En Samaria, algo visible pasó que fue visto por todos, al grado que Simón ofreció dinero para que a los que les impusiera las manos recibieran esa manifestación también. Algunos creyentes, cuando les imponen las manos para bautizarlos en el Espíritu Santo, reciben una sanidad, o una visión, o una señal visible física sobrenatural, o lloran abundantemente, o reciben un milagro, o tiemblan (como sucedía con las cuáqueros), o sucede un prodigio (Hch 4:31; 5:12; 9:17-18).
SEGUNDA EVIDENCIA: HABLAR EN LENGUAS.
… y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.
Note la diferencia entre la primer evidencia y la segunda. En la primera, no hubo participación de los creyentes, Dios simplemente dio la manifestación, mientras que en ésta, los creyentes comenzaron a hablar en otras lenguas. No dice que el Espíritu habló por medio de ellos, sino que ellos comenzaron a hablar en otras lenguas. Hay tres tipos de lenguas: humanas, angélicas y extrañas (1Co 13:1; 1Co14:1-2). En este caso, hablaron lenguas humanas, porque, por el Espíritu, hablaban de las maravillas de Dios en diecisiete lenguajes conocidos diferentes. Claro que ellos no sabían ni entendían lo que hablaban, pero si lo entendían los que hablaban esa lengua de entre la multitud. Un misionero en Oaxaca testificó que escuchó a una anciana, que ni siquiera hablaba español sino el dialecto local, ¡profetizar en inglés varios capítulos del apocalipsis, como si los estuviera leyendo! Pero, sean lenguas humanas o angélicas o desconocidas, al orar por ser bautizado en el Espíritu o tener esa experiencia, solamente hay que comenzar a hablar y, si fluyen palabras extrañas o indecibles, seguir hablando pues es por el Espíritu que se está hablando. Si pedimos a Dios el bautismo en el Espíritu Santo y al hablar salen palabras raras, no debemos temer, pues Jesús dijo que así como nosotros no le damos una piedra en vez de un pan a un hijo que nos pida de comer, del mismo modo Dios dará su Espíritu a los que se lo pidan.
TERCERA EVIDENCIA: MAGNIFICAR A DIOS.
Hch 10:44-46 Mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso. Y los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se quedaron atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu Santo. Porque los oían que hablaban en lenguas, y que magnificaban a Dios.
Hch 11:15 Y cuando comencé a hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos también, como sobre nosotros al principio.
En este caso, hubo lenguas, como al principio, pero se agrega algo: magnificaban a Dios. Esas dos cosas evidenciaron el bautismo en el Espíritu Santo anunciado por Jesús y prometido por el Padre, Porque los oían que hablaban en lenguas, y que magnificaban a Dios. Por eso Pedro ratificó: cayó el Espíritu Santo sobre ellos también, como sobre nosotros al principio. No todos los que se congregan en la iglesia adoran a Dios en espíritu y verdad. Algunos ni siquiera participan ni cantan, solo están como observadores y “toleran” esa parte del servicio. Otros, cantan porque se sienten comprometidos a hacerlo, pero les da pena y se sienten incómodos al levantar las manos y no manifiestan emociones intensas al hacerlo. Pero otros se olvidan de todo y se entregan a cantar y magnificar a Dios, cierran sus ojos, levantan sus manos, se emocionan y se apasionan al alabar a Dios. Eso es magnificar a Dios. Es una experiencia maravillosa que no solo debe suceder en una reunión de iglesia, sino en todas partes y a toda hora. La llenura en este aspecto es cuando el creyente aprovecha cualquier momento para magnificar a Dios con sus cantos o palabras y la emoción es tan intensa y apasionada sea que esté debajo de la regadera, o lavando los platos, o barriendo, o haciendo ladrillos o clavando clavos al igual que cuando está en el grupo.
CUARTA EVIDENCIA: PROFETIZAR.
Hch 19:6 Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas, y profetizaban.
Aquí en Éfeso Pablo bautizó en agua a doce hombres y luego les impuso las manos. Fueron bautizados en el Espíritu. Se repite la evidencia de las lenguas, pero hay otra más: profetizar. ¿Qué es profetizar? Simple y llanamente es hablar la palabra de Dios. La profecía del Nuevo Testamento es diferente a la del Antiguo, en el cual el propósito de la profecía era anunciar eventos futuros y la venida de Cristo. Ahora, la profecía es para edificar, exhortar y consolar, aunque también es usada por Dios para predecir sucesos futuros. Cuando un creyente recibe esta evidencia, empieza a fluir de sus labios la palabra de Dios, declara las verdades de la Escritura con fe y surge el intenso deseo de anunciar a todos la palabra de Dios. De acuerdo a la Escritura, predicar la palabra de Dios y profetizar son lo mismo. Los predicadores no comunican sermones, o mensajes con buena oratoria, deben profetizar, hablar la palabra de Dios con poder para edificar, consolar, exhortar y advertir del futuro. Los verdaderos predicadores no solo lo hacen detrás de un púlpito, sino que en todo tiempo y a toda persona le hablan o para edificarla, consolarla o exhortarla, y lo hacen de continuo, no solamente cada domingo o una ocasión en el pasado.