CONFESAR LA PALABRA DE DIOS AUMENTA LA FE.
La fe segura está basada sobre el escuchar, obedecer, amar y hablar.
LA FE CRECE POR MEDIO DEL HABLAR.
Abrimos nuestro espíritu a la voz del Señor mediante la demostración de un corazón apto y sensible para oír y obedecer debido a que le amamos y Él nos ama. Es debido a tal amor que la fe obra. De otra manera, la fe es suprimida y deja de crecer. Así que, el oír, obedecer y amar son los tres ingredientes centrales para el crecimiento de la fe. A esto podemos agregarle un cuarto ingrediente: Hablar.
LA FE DE DIOS.
En Mr 11:22 y 23 Jesús les enseñó a sus discípulos "…tened fe en Dios". La traducción literal es la siguiente: "tengan la fe de Dios... porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte..." la implicación aquí es que la fe de Dios es una fe que habla. En Génesis 1, Dios dijo: "Sea la luz; y fue la luz". Dios dijo: "Sea..." y fue. La fe de Dios es una fe que dice o habla, que articula palabras. La fe que habla o dice es una más elevada que la fe que pide. Se necesita fe a fin de pedir, pero existe una fe que va más allá de la que pide: la fe que habla o dice. "Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho". El griego original dice: "Cualquiera que cree en lo que dice, sucederá; tendrá cualquier cosa que diga".
HABLE LO QUE DIOS DIGA.
El crecimiento de la fe está relacionado con lo que usted diga o hable en palabras que salgan de su boca. Pr 4:20-22 Hijo mío, está atento a mis palabras; Inclina tu oído a mis razones. No se aparten de tus ojos; Guárdalas en medio de tu corazón; Porque son vida a los que las hallan, Y medicina a todo su cuerpo". Si usted recibe las palabras de Dios y las declara o dice, vienen a ser vida y salud para su vida. Pr 6:2 declara: "Te has enlazado con las palabras de tu boca…". Salomón hace bien claro que lo que decimos puede ser de maldición o de bendición para nosotros, declara directamente en Pr 18:21: "La muerte y la vida están en poder de la lengua…". Después de haber enfatizado en Pr 10:11 que "Manantial de vida es la boca del justo", Salomón nos dice que podemos ser atrapados (enlazados) o liberados con las palabras que hablamos. La fe encuentra su expresión a medida que comenzamos a decir: "Esto es lo que Dios ha dicho". Ap 12:11 habla de una compañía de santos que "le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio…": es decir, su confesión hablada. El diablo es impedido cada vez que confesamos lo que Dios dice. Pablo conocía el poder de la palabra hablada, y nos recuerda en Ro 10:8-10 que: "Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación". La palabra "salvo" en el versículo 9 viene del vocablo griego sozo, que significa... "serás sano"; y en otro: "tus pecados te serán perdonados". "Sozo" es un término que el Espíritu Santo escogió para expresar todos los beneficios de redención que están disponibles para todos los hijos de Dios. Todo lo que el Calvario provee es apropiado por nuestra confesión.
CREA LO QUE DICE.
Recibiremos lo que decimos en el momento en que afrontamos una situación, es decir, la respuesta en nuestro corazón es expresada por nuestra boca y hablamos lo que creemos. Jesús amonestó a los fariseos en este asunto. Mt 12:34-37 Porque de la abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas. Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado. Al primer síntoma de enfermedad, lo confesamos, no lo dudamos, lo creemos y recibimos la sanidad. Algunas personas solitarias y tristes, utilizan la enfermedad para conseguir la atención y simpatía. Sus vidas están erigidas alrededor de la atención que puedan conseguir durante una enfermedad particular. La poseen por fe y la retienen por fe, confesándola cada vez que viene un día nuevo y cada vez que ese día se va. En el lado positivo, esto puede obrar a nuestro favor también cuando entendemos el principio. Si confesamos con nuestra boca lo que Dios dice creyendo en nuestro corazón, tendremos lo que decimos o pedimos. Si la Palabra de Dios encuentra alojamiento en nuestro corazón y la abrazamos inmediatamente, confesamos la victoria en lugar de la derrota cuando se nos presente el reto. Entonces, recibiremos lo que pedimos: ¡victoria!
EJEMPLOS DE CONFESIONES DE FE. ABRAHAM:
Podemos ver este principio de la confesión de fe en el registro bíblico de Abraham en Ro 4:17-22 Dios le había prometido a Abraham que sería el Padre de muchas naciones; aunque Abraham estaba cerca de los cien años y lejos de procrear hijos, su fe no era débil. Su fe tampoco vaciló ante la esterilidad de la matriz de Sara. Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios. Esto significa que anduvo positivamente alabando a Dios por todas las cosas que le había prometido, confesando lo que Él había dicho y dándole la gloria. Abraham había escuchado la palabra de Dios y "plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido", dio expresión verbal a aquella palabra que moraba en él. Probablemente dijo: "¡Aleluya! Dios me prometió un hijo y creo que voy a ser padre de un hijo. A pesar de que tengo cien años de edad y Sara 90, aún así vamos a tener un hijo. ¡Gloria a Dios!". Debido a que Abraham confesó la palabra de Dios en lugar de las circunstancias, "...su fe le fue contada por justicia" (v 22).
DIOS.
En Ro 4:17, tenemos este comentario sobre Dios: "… el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen". Cuando Dios dice que algo "es", aunque dé la apariencia de que "no lo sea", Él cree que lo "es". Dios no tiene duda en Su corazón, y lo que dice, eso es exactamente lo que sucede. Si Dios hace esto, ¿Acaso no deberíamos nosotros hacerlo también? ¿No deberíamos nosotros, quienes somos los hijos de Dios, hacer lo que Dios hace? Si Su palabra ha venido a nosotros, entonces, deberíamos.
JESÚS.
En este mismo momento, Jesús está sentado en fe, llamando aquellas cosas que al parecer no son, como que son. Dios el Padre le dijo a nuestro Señor Jesús: "Jehová dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra, Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies" (Sal 110:1). Jesús ha tenido esa promesa desde la eternidad. Él está sentado a la diestra del Padre, esperando en fe que sus enemigos sean puestos por estrado de Sus pies. Él continúa en Su ministerio de fe, y está sentado reposando, sabiendo que Él verá el fruto de Su fe manifestado sobre esta tierra, aunque la promesa de tal obra tome siglos.
TOME SU POSICIÓN EN FE.
Usted también puede tomar una posición en fe por lo que dice y habla. Cuando usted conoce la voluntad de Dios puede llamar algunas cosas "que no son", como "si lo fueran". Finalmente, usted puede verlas cumplidas en su vida. Si usted acepta la palabra de Dios para su vida, usted puede pararse firme y confesar tal palabra (así como hizo Abraham) frente al rostro de los demonios, de las opiniones negativas, de las circunstancias y toda oposición que afronte. Jer 1:12: "apresuro mi palabra para ponerla por obra". Dios está esperando para que reciba la Palabra en su boca y la articule con poder, creyéndola en su corazón.
SU ABOGADO.
La clave para entender el poder de la confesión hablada (oral) está en Hebreos 3:1: "Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús". (Profesión es el mismo término griego que "confesión" o "testimonio"). ¡Jesús es el Sumo Sacerdote de lo que usted dice! Jesús está en la presencia de Dios como Sumo Sacerdote de lo que decimos. Es como si hubiera una Corte con Dios el Padre, el Juez de toda la tierra, sentado detrás del juzgado. A cada lado de la plataforma del testigo está el fiscal y el abogado defensor, escuchando atentamente el testimonio del acusado.
SU ACUSADOR.
El fiscal, "acusador", es el diablo. En Ap 12:10, es descrito como el acusador de los hermanos ante Dios, día y noche. En Job 1, Satanás ascendió al cielo junto a los hijos de Dios para ir ante Él, y esperaba por la oportunidad de poder acusar a Job. En todos los tormentos y pruebas que Job sufrió como resultado de la acusación del diablo, él nunca culpó a Dios ni cuestionó Su soberanía; tampoco pecó con sus labios (Job 2:10). Cuando todo lo que Job tenía le fue arrebatado, él cayó sobre su rostro y adoró a Dios. Nunca le dio al diablo ninguna confesión errónea para minar el propósito divino en tal prueba.
SU AYUDANTE.
En ese escenario de la corte, Jesús es el Abogado Defensor. 1Jn 2:1 declara: "si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo". La palabra para "abogado" es "intercesor, defensor" en términos modernos del idioma Español. La raíz griega es paracleto, que es traducida "Consolador" en Juan 14:16, que a su vez significa "uno que es llamado para acompañar a otro para serle de ayuda". Jesús dijo en Juan 14:16-17: "Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros". Esto significa que no sólo tenemos un abogado con el Padre en el cielo, "a Jesucristo el Justo", sino que también tenemos a un Consolador aquí en la tierra: al Espíritu Santo. Estamos muy bien representados en la corte donde Dios es el Juez supremo.
SU TESTIMONIO.
Sentado sobre la silla del testigo, aparece el acusado: USTED; Jesús es el Abogado Defensor; Satanás es el fiscal; y Dios el Padre es el Juez. Todos los presentes esperan escuchar que USTED de su testimonio; al alegar su caso, su testimonio es el arma mayor que el Abogado Defensor (Jesús) utilizará contra el acusador (el diablo). Lo que usted diga determinará el resultado final de su caso, su abogado presentará su caso ante el Juez, basado en su testimonio positivo y firme. El fiscal, de la misma manera, presentará sus acusaciones ante el Juez, basadas en cualquier declaración contradictoria de su parte. Tanto el Abogado Defensor (Jesús), como el fiscal (el diablo), trabajarán con lo que usted diga. Usted deberá exponer ante Jesús, el Sumo Sacerdote de su confesión, un testimonio que Él pueda utilizar en su defensa. Su profesión debe ser una buena confesión de fe. Si da una confesión negativa, estará cargando el arma del diablo para disparar al rostro de Dios. Dios el Juez puede absolverlo, preservarlo y protegerlo únicamente al escucharle decir lo que Él Mismo dice. Lo que Dios dice es siempre la verdad. Si usted dice lo que Dios dice, entonces, respaldará Su Propia Palabra para ponerla en ejecución.
LA VICTORIA ESTÁ EN SU BOCA.
Usted dice lo que Dios dice, y de seguro vencerá al diablo "por la sangre del Cordero y la palabra del [su] testimonio". Parafraseando: "Si usted confiesa con su boca, será librado; Será salvo; Será sano". Todas estas cosas maravillosas que están en el plan de redención son suyas a través de su confesión. Hay poder genuino en lo que usted dice: su confesión le guiará a la victoria. A medida que repite la palabra de Dios y aprende a andar por fe y no por vista, su fe aumenta. La fe viene por el oír la palabra de Dios, obedeciendo lo que ha escuchado con un corazón lleno de amor por Él y confesando en la cara del adversario exactamente lo que dice Su palabra. "… fortalezcámonos en la fe dando gloria a Dios, plenamente convencidos de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido" (Ro 4:20- 21).
La fe segura está basada sobre el escuchar, obedecer, amar y hablar.
LA FE CRECE POR MEDIO DEL HABLAR.
Abrimos nuestro espíritu a la voz del Señor mediante la demostración de un corazón apto y sensible para oír y obedecer debido a que le amamos y Él nos ama. Es debido a tal amor que la fe obra. De otra manera, la fe es suprimida y deja de crecer. Así que, el oír, obedecer y amar son los tres ingredientes centrales para el crecimiento de la fe. A esto podemos agregarle un cuarto ingrediente: Hablar.
LA FE DE DIOS.
En Mr 11:22 y 23 Jesús les enseñó a sus discípulos "…tened fe en Dios". La traducción literal es la siguiente: "tengan la fe de Dios... porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte..." la implicación aquí es que la fe de Dios es una fe que habla. En Génesis 1, Dios dijo: "Sea la luz; y fue la luz". Dios dijo: "Sea..." y fue. La fe de Dios es una fe que dice o habla, que articula palabras. La fe que habla o dice es una más elevada que la fe que pide. Se necesita fe a fin de pedir, pero existe una fe que va más allá de la que pide: la fe que habla o dice. "Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho". El griego original dice: "Cualquiera que cree en lo que dice, sucederá; tendrá cualquier cosa que diga".
HABLE LO QUE DIOS DIGA.
El crecimiento de la fe está relacionado con lo que usted diga o hable en palabras que salgan de su boca. Pr 4:20-22 Hijo mío, está atento a mis palabras; Inclina tu oído a mis razones. No se aparten de tus ojos; Guárdalas en medio de tu corazón; Porque son vida a los que las hallan, Y medicina a todo su cuerpo". Si usted recibe las palabras de Dios y las declara o dice, vienen a ser vida y salud para su vida. Pr 6:2 declara: "Te has enlazado con las palabras de tu boca…". Salomón hace bien claro que lo que decimos puede ser de maldición o de bendición para nosotros, declara directamente en Pr 18:21: "La muerte y la vida están en poder de la lengua…". Después de haber enfatizado en Pr 10:11 que "Manantial de vida es la boca del justo", Salomón nos dice que podemos ser atrapados (enlazados) o liberados con las palabras que hablamos. La fe encuentra su expresión a medida que comenzamos a decir: "Esto es lo que Dios ha dicho". Ap 12:11 habla de una compañía de santos que "le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio…": es decir, su confesión hablada. El diablo es impedido cada vez que confesamos lo que Dios dice. Pablo conocía el poder de la palabra hablada, y nos recuerda en Ro 10:8-10 que: "Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación". La palabra "salvo" en el versículo 9 viene del vocablo griego sozo, que significa... "serás sano"; y en otro: "tus pecados te serán perdonados". "Sozo" es un término que el Espíritu Santo escogió para expresar todos los beneficios de redención que están disponibles para todos los hijos de Dios. Todo lo que el Calvario provee es apropiado por nuestra confesión.
CREA LO QUE DICE.
Recibiremos lo que decimos en el momento en que afrontamos una situación, es decir, la respuesta en nuestro corazón es expresada por nuestra boca y hablamos lo que creemos. Jesús amonestó a los fariseos en este asunto. Mt 12:34-37 Porque de la abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas. Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado. Al primer síntoma de enfermedad, lo confesamos, no lo dudamos, lo creemos y recibimos la sanidad. Algunas personas solitarias y tristes, utilizan la enfermedad para conseguir la atención y simpatía. Sus vidas están erigidas alrededor de la atención que puedan conseguir durante una enfermedad particular. La poseen por fe y la retienen por fe, confesándola cada vez que viene un día nuevo y cada vez que ese día se va. En el lado positivo, esto puede obrar a nuestro favor también cuando entendemos el principio. Si confesamos con nuestra boca lo que Dios dice creyendo en nuestro corazón, tendremos lo que decimos o pedimos. Si la Palabra de Dios encuentra alojamiento en nuestro corazón y la abrazamos inmediatamente, confesamos la victoria en lugar de la derrota cuando se nos presente el reto. Entonces, recibiremos lo que pedimos: ¡victoria!
EJEMPLOS DE CONFESIONES DE FE. ABRAHAM:
Podemos ver este principio de la confesión de fe en el registro bíblico de Abraham en Ro 4:17-22 Dios le había prometido a Abraham que sería el Padre de muchas naciones; aunque Abraham estaba cerca de los cien años y lejos de procrear hijos, su fe no era débil. Su fe tampoco vaciló ante la esterilidad de la matriz de Sara. Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios. Esto significa que anduvo positivamente alabando a Dios por todas las cosas que le había prometido, confesando lo que Él había dicho y dándole la gloria. Abraham había escuchado la palabra de Dios y "plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido", dio expresión verbal a aquella palabra que moraba en él. Probablemente dijo: "¡Aleluya! Dios me prometió un hijo y creo que voy a ser padre de un hijo. A pesar de que tengo cien años de edad y Sara 90, aún así vamos a tener un hijo. ¡Gloria a Dios!". Debido a que Abraham confesó la palabra de Dios en lugar de las circunstancias, "...su fe le fue contada por justicia" (v 22).
DIOS.
En Ro 4:17, tenemos este comentario sobre Dios: "… el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen". Cuando Dios dice que algo "es", aunque dé la apariencia de que "no lo sea", Él cree que lo "es". Dios no tiene duda en Su corazón, y lo que dice, eso es exactamente lo que sucede. Si Dios hace esto, ¿Acaso no deberíamos nosotros hacerlo también? ¿No deberíamos nosotros, quienes somos los hijos de Dios, hacer lo que Dios hace? Si Su palabra ha venido a nosotros, entonces, deberíamos.
JESÚS.
En este mismo momento, Jesús está sentado en fe, llamando aquellas cosas que al parecer no son, como que son. Dios el Padre le dijo a nuestro Señor Jesús: "Jehová dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra, Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies" (Sal 110:1). Jesús ha tenido esa promesa desde la eternidad. Él está sentado a la diestra del Padre, esperando en fe que sus enemigos sean puestos por estrado de Sus pies. Él continúa en Su ministerio de fe, y está sentado reposando, sabiendo que Él verá el fruto de Su fe manifestado sobre esta tierra, aunque la promesa de tal obra tome siglos.
TOME SU POSICIÓN EN FE.
Usted también puede tomar una posición en fe por lo que dice y habla. Cuando usted conoce la voluntad de Dios puede llamar algunas cosas "que no son", como "si lo fueran". Finalmente, usted puede verlas cumplidas en su vida. Si usted acepta la palabra de Dios para su vida, usted puede pararse firme y confesar tal palabra (así como hizo Abraham) frente al rostro de los demonios, de las opiniones negativas, de las circunstancias y toda oposición que afronte. Jer 1:12: "apresuro mi palabra para ponerla por obra". Dios está esperando para que reciba la Palabra en su boca y la articule con poder, creyéndola en su corazón.
SU ABOGADO.
La clave para entender el poder de la confesión hablada (oral) está en Hebreos 3:1: "Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús". (Profesión es el mismo término griego que "confesión" o "testimonio"). ¡Jesús es el Sumo Sacerdote de lo que usted dice! Jesús está en la presencia de Dios como Sumo Sacerdote de lo que decimos. Es como si hubiera una Corte con Dios el Padre, el Juez de toda la tierra, sentado detrás del juzgado. A cada lado de la plataforma del testigo está el fiscal y el abogado defensor, escuchando atentamente el testimonio del acusado.
SU ACUSADOR.
El fiscal, "acusador", es el diablo. En Ap 12:10, es descrito como el acusador de los hermanos ante Dios, día y noche. En Job 1, Satanás ascendió al cielo junto a los hijos de Dios para ir ante Él, y esperaba por la oportunidad de poder acusar a Job. En todos los tormentos y pruebas que Job sufrió como resultado de la acusación del diablo, él nunca culpó a Dios ni cuestionó Su soberanía; tampoco pecó con sus labios (Job 2:10). Cuando todo lo que Job tenía le fue arrebatado, él cayó sobre su rostro y adoró a Dios. Nunca le dio al diablo ninguna confesión errónea para minar el propósito divino en tal prueba.
SU AYUDANTE.
En ese escenario de la corte, Jesús es el Abogado Defensor. 1Jn 2:1 declara: "si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo". La palabra para "abogado" es "intercesor, defensor" en términos modernos del idioma Español. La raíz griega es paracleto, que es traducida "Consolador" en Juan 14:16, que a su vez significa "uno que es llamado para acompañar a otro para serle de ayuda". Jesús dijo en Juan 14:16-17: "Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros". Esto significa que no sólo tenemos un abogado con el Padre en el cielo, "a Jesucristo el Justo", sino que también tenemos a un Consolador aquí en la tierra: al Espíritu Santo. Estamos muy bien representados en la corte donde Dios es el Juez supremo.
SU TESTIMONIO.
Sentado sobre la silla del testigo, aparece el acusado: USTED; Jesús es el Abogado Defensor; Satanás es el fiscal; y Dios el Padre es el Juez. Todos los presentes esperan escuchar que USTED de su testimonio; al alegar su caso, su testimonio es el arma mayor que el Abogado Defensor (Jesús) utilizará contra el acusador (el diablo). Lo que usted diga determinará el resultado final de su caso, su abogado presentará su caso ante el Juez, basado en su testimonio positivo y firme. El fiscal, de la misma manera, presentará sus acusaciones ante el Juez, basadas en cualquier declaración contradictoria de su parte. Tanto el Abogado Defensor (Jesús), como el fiscal (el diablo), trabajarán con lo que usted diga. Usted deberá exponer ante Jesús, el Sumo Sacerdote de su confesión, un testimonio que Él pueda utilizar en su defensa. Su profesión debe ser una buena confesión de fe. Si da una confesión negativa, estará cargando el arma del diablo para disparar al rostro de Dios. Dios el Juez puede absolverlo, preservarlo y protegerlo únicamente al escucharle decir lo que Él Mismo dice. Lo que Dios dice es siempre la verdad. Si usted dice lo que Dios dice, entonces, respaldará Su Propia Palabra para ponerla en ejecución.
LA VICTORIA ESTÁ EN SU BOCA.
Usted dice lo que Dios dice, y de seguro vencerá al diablo "por la sangre del Cordero y la palabra del [su] testimonio". Parafraseando: "Si usted confiesa con su boca, será librado; Será salvo; Será sano". Todas estas cosas maravillosas que están en el plan de redención son suyas a través de su confesión. Hay poder genuino en lo que usted dice: su confesión le guiará a la victoria. A medida que repite la palabra de Dios y aprende a andar por fe y no por vista, su fe aumenta. La fe viene por el oír la palabra de Dios, obedeciendo lo que ha escuchado con un corazón lleno de amor por Él y confesando en la cara del adversario exactamente lo que dice Su palabra. "… fortalezcámonos en la fe dando gloria a Dios, plenamente convencidos de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido" (Ro 4:20- 21).