martes, 16 de agosto de 2011

Tema del dia 96

LA FE DE DIOS
El tipo de fe que hizo que el universo existiera está dado en nuestros corazones


Hay dos cosas que notar en el tipo de fe de Dios. Primero, un hombre cree con el corazón y, segundo, cree con sus palabras. No es suficiente creer en el corazón. Para lograr que Dios trabaje para ti, debes creer también con tus palabras. Jesús dijo: “Cualquiera que dijere a este monte … y no dudare en su corazón, sino que creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho”. Esta es la ley inalterable de la fe. Mr 11:12-14,20-24 Al día siguiente, cuando salieron de Betania, tuvo hambre. Y viendo de lejos una higuera que tenía hojas, fue a ver si tal vez hallaba en ella algo; pero cuando llegó a ella, nada halló sino hojas, pues no era tiempo de higos. Entonces Jesús dijo a la higuera: Nunca jamás coma nadie fruto de ti. Y lo oyeron sus discípulos… Y pasando por la mañana, vieron que la higuera se había secado desde las raíces. Entonces Pedro, acordándose, le dijo: Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado. Respondiendo Jesús, les dijo: Tened fe en Dios. Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho. Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá. Enfoquemos nuestra atención en la declaración “Tened fe en Dios” ó, como se lee al margen: “Tened la fe de Dios”. Los estudiosos griegos nos dicen que debe traducirse “Tener el tipo de fe de Dios”. Jesús demostró que el tenía el tipo de fe de Dios. Mientras estaba lejos, observó una higuera que tenía hojas, pero conforme se acercaba buscando fruto, vio que estaba seca. Muchos se preguntan por qué busco Jesús higos en este árbol si no era temporada. Sin embargo, en ese país, los árboles que todavía tienen hojas, por lo común todavía tienen higos. Descubriendo que el árbol no tenía fruto,  Jesús dijo: “Nunca jamás coma nadie fruto de ti”. Al día siguiente, Jesús y sus discípulos pasaron de nuevo por ahí y descubrieron que el árbol se había secado completamente. Asombrado, Pedro dijo: “Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado.” Fue entonces que Jesús hizo la declaración, “Tened fe en Dios (tened la fe de Dios o tened el tipo de fe de Dios). Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho.” (vs 22-23). Después de decirle a sus discípulos en el verso 22 que tuvieran el tipo de fe de Dios, Jesús les explicó lo que significa: El tipo de fe de Dios es el tipo de fe en la que un hombre cree con su corazón y dice con su boca lo que cree en su corazón: y será hecho. Jesús demostró que él tenía este tipo de fe porque él creía que lo que él había dicho sería hecho. Entonces le dijo al árbol: “Nunca jamás coma nadie fruto de ti”. ¡Este es el tipo de fe que creó el mundo! “Por la fe entendemos haber sido constituido el Universo, por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía” (He 11:3). ¿Cómo lo hizo? Dios creyó que lo que dijo sería hecho. Habló la palabra y se hizo la tierra. Habló e hizo el mundo vegetal. Habló e hizo al mundo animal. Habló e hizo los cielos, la luna, el sol, las estrellas y el universo. Lo dijo y ¡fue hecho! Ese es el tipo de fe de Dios. Dios creyó que lo que dijo sería hecho y así fue. 


LA MEDIDA DE FE
Jesús demostró a sus discípulos el tipo de fe de Dios y les dijo que ellos también tenía ese tipo de fe – la fe que un hombre cree con su corazón, dice con su boca lo que cree y hace que sea hecho. Alguien podría decir: “Quiero ese tipo de fe. Voy a orar a Dios para que me la de”. Sin embargo, no necesitan orar para obtenerla: ¡Ya la tienen! Ro 12:3 Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno. Noten que Pablo escribió esto a los creyentes, por dice “a cada cual que está entre vosotros”. La carta a los Romanos no se escribió para los pecadores del mundo. Es una carta a cristianos pues fue dirigida “a todos los que estáis en Roma, amados de Dios, llamados a ser santos … “ (Ro 1:7). Y en esa carta Pablo les dice que Dios ha dado “a cada cual la medida de fe”. Pablo también dijo: “Porque por gracias sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios” (Ef 2:8). Pablo está diciendo aquí que esta fe no era de ellos. No se refiere a la gracia, porque todos saben que esa gracia es de Dios. Pablo está diciendo que la fe por la que son salvos no es nuestra, no es una fe humana, natural. Les es dada a los pecadores por Dios. ¿Y cómo le da Dios a los pecadores fe para ser salvos? Ro 10:17 dice: “Así que la fe es por el oír, y el oír por la palabra de Dios”. 


En estos versículos Pablo dijo que la fe 
(1) Es dada; 
(2) Es negociada 
(3) Viene. 


CREER Y DECIR: LA CLAVE DE LA FE DE DIOS
Noten las palabras de Ro 10:8 “Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en TU BOCA y EN TU CORAZÓN. Esta es la PALABRA DE FE que predicamos”. ¿Cómo se puede comparar esto con las palabras de Jesús en Mr 11:23? Los escritos de Pablo a los Romanos concuerdan completamente con lo que Jesús le dijo a sus discípulos: “Que cualquiera que dijere … y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice … lo que diga le será hecho”. Observamos aquí el principio básico inherente al tipo de fe de Dios: Creer con el corazón y decir con la boca. Jesús lo creyó y lo dijo. Dios lo creyó y lo dijo, hablando y creando la tierra. Romanos 10:9-10 dice: “que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.” La medida de fe se da al pecador a través de escuchar la palabra. Entonces él la usa para crear la realidad de salvación en su propia vida. Cuando se le pregunta a los cristianos: “¿Cuándo fuiste salvado?” por lo general responden diciendo algo como: “Alrededor de las 9 de la noche del 10 de Junio”. Pero están equivocados. ¡Dios los salvó hace dos mil años! Pero solo fue realidad para ellos cuando lo creyeron y lo confesaron. La salvación está al alcance de todos. Cada hombre y mujer de este mundo tiene el derecho legal a la salvación. Jesús murió para todo el mundo, no solo para ti y para mí. Cuando se predica el evangelio al pecador, eso hace que venga a la fe. Cuando lo cree y lo confiesa, crea la realidad de esto en su vida por su fe. Ro 10:13-14,17 que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación … Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios. Así como viene la fe al escuchar la palabra de Dios, viene todo lo que recibimos de Dios. El tipo de fe de Dios viene de escuchar la palabra de Dios. En otras palabras, Dios hace que su tipo de fe venga a los corazones de los que lo escuchan. No sorprende entonces que Jesús dijera: “Mirad, pues, cómo oís” (Lc 8:18). No pueden dejar que entre por un oído y salga por el otro, La fe entonces no vendrá. Si actúan como si la palabra de Dios fuera un cuento de hadas la fe no vendrá. Pero cuando aceptan reverente y sinceramente – cuando actúen conforme a ella – la fe vendrá. Pablo escribió a la iglesia de Corinto: “Pero teniendo el mismo espíritu de fe, conforme a lo que está escrito: Creí, por lo cual hable, nosotros también creemos, por lo cual también hablamos.” (2Co 4:13) Pablo dijo que tenemos el mismo espíritu de fe. Y lo que perteneció a la iglesia de Corinto le pertenece a la iglesia de hoy. En ningún momento Pablo, o algún otro de los apóstoles, escribieron para motivar a la gente a creer, nunca les dijeron o animaron a que tuvieran fe. Nuestro tener qué motivar a los creyentes a creer o tener fe es resultante de que la palabra de Dios ha perdido su realidad para nosotros. ¡Nosotros somos creyentes! Cuando nuestros hijos están lejos de casa no les tenemos que escribir diciéndoles: “Asegúrate de respirar”. Lo seguirán haciendo mientras estén vivos. Del mismo modo, no tenemos que motivar a los creyentes a creer, porque eso es lo que son: creyentes, pues han nacido de nuevo al recibir a Jesús. ¿Cuántos de nosotros entendemos que nuestras palabras nos dominan? “Te has enlazado con las palabras de tu boca” dice Pr 6:2. Y otra versión dice: “Has quedado capturado por las palabras de tu boca”. La derrota y el fracaso no pertenecen a los hijos de Dios ¡Dios nunca cometió una falla! Dios nos hizo criaturas nuevas. 1Jn 4:4 dice “porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo.” Aprendan a confiar en el Uno mayor que está dentro de ustedes. Es más poderoso que nada y todo. ¡Dios creó el mundo con palabras! Las palabras llenas de fe son las cosas más poderosas del mundo. La clave para el tipo de fe de Dios es creer en el corazón y confesar con la boca. Nuestros labios nos pueden hacer prosperar o fracasar. Nuestros labios nos pueden hacer victoriosos o mantenernos cautivos. Podemos llenar nuestras palabras con fe o con dudas. Podemos llenar nuestras palabras con amor que derretirá el corazón más frío, o podemos llenarlas con odio y veneno. Podemos llenar nuestras palabras con amor que ayudará al desmotivado y al que tiene el corazón roto, con fe que agitará los cielos. Nuestra fe nunca se elevará por sobre encima de las palabras que salen de nuestros labios. Jesús dijo a la mujer con el problema de flujo de sangre que su fe la había hecho salva. Pueden venir pensamientos y pueden persistir, pero si rehusamos a ponerlos en palabras ¡morirán antes de haber nacido! Cultivemos el hábito de tener grandes pensamientos. Aprendamos a usar palabras de fe. Las confesiones de fe crean realidades. La realización sigue a la confesión. La confesión precede a la posesión.