EL BAUTISMO EN EL ESPÍRITU SANTO.
El bautismo en el Espíritu Santo es la experiencia inevitable como consecuencia de la salvación.
Jesucristo claramente enseñó que desde el momento de creer en él recibimos el Espíritu Santo: El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva, esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en Él, pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado (Jn 7:38-39). Sin embargo, el tener el Espíritu desde que recibimos a Cristo no implica que estamos bautizados del Espíritu Santo. La Escritura hace diferencia entre recibir, el ser bautizado, la llenura y la plenitud del Espíritu. Podemos ser bautizados en el mismo instante que creemos, como fue el caso de Cornelio y su familia, o tiempo después como fue el caso de los samaritanos, que creyeron en Jesús y se bautizaron en agua pero aún no habían sido bautizados en el Espíritu Santo, o el caso de Saulo, que creyó y recibió el Espíritu por creer, pero que fue bautizado en el Espíritu y en agua 3 días después (Hch 8-10).
FELIPE EN SAMARIA.
Hch 8:12-13 Pero cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del Reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres. También creyó Simón mismo, y habiéndose bautizado, estaba siempre con Felipe; y viendo las señales y grandes milagros que se hacían, estaba atónito.
Dios bendijo abundantemente a Felipe en Samaria. Constantemente se veían grandes milagros. Muchos fueron salvos, sanos y liberados, de acuerdo a Hch 8:7-8 Porque de muchos que tenían espíritus inmundos, salían éstos dando grandes voces; y muchos paralíticos y cojos eran sanados; así que había gran gozo en aquella ciudad. Los samaritanos creían en las predicaciones de Felipe concernientes al reino de Dios y al nombre de Jesús, y fueron bautizados en agua: Pero cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del Reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres. (v12). Jesús había dicho: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado. (Mr 16:15-16).
PEDRO Y JUAN ENVIADOS A SAMARIA.
Estos samaritanos creían y eran bautizados. ¿Fueron salvos? ¡De acuerdo a Jesús sí lo fueron! Aún así, dice la Escritura que ninguno de ellos había recibido aún el Espíritu Santo: Hch 8:14 Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había recibido la palabra de Dios, enviaron allá a Pedro y a Juan; los cuales, habiendo venido, oraron por ellos para que recibiesen el Espíritu Santo; porque aún no había descendido sobre ninguno de ellos, sino que solamente habían sido bautizados en el nombre de Jesús. Entonces les imponían las manos, y recibían el Espíritu Santo. ¿Contradice esto lo que enseñó Jesús cuando prometió que todos los que creyesen en Él recibirían el Espíritu Santo, desde el momento en que creyesen? ¿Contradice esto lo dicho por el Espíritu Santo por medio de Pedro cuando aseguró que si nos arrepentíamos y bautizábamos (evidencias de creer) recibiríamos el don del Espíritu Santo? ¡Claro que no! Recibir tiene siete significados en el idioma griego:
(1) Tomar algo que se le da a alguien que no poseía (como recibir un regalo) – esta es la palabra en Hch 8:14 “recibido la palabra de Dios”;
(2) Tomar conocimiento de algo que le comunican que poseía pero no sabía, como recibir la noticia de una enfermedad, o de una herencia – esta es la palabra en Hch 8:15 “para que recibiesen el Espíritu Santo”;
(3) Reaccionar de una determinada manera ante una idea o una opinión (recibió con alegría la propuesta)
(4) Ser objeto de algo que produce una impresión positiva o negativa (recibir un castigo o un homenaje)
(5) Experimentar o sufrir los efectos de una acción (recibir una bofetada o un golpe) y
(6) Acoger a una persona que llega de fuera o salir a encontrarse con ella (recibir a los invitados) y
(7) Admitir a otra persona en su vida (recibir a una mujer como esposa) – esta es la palabra en Hch 8:17 “y recibían el Espíritu Santo”.
En el caso de Hechos 8:17, la palabra literalmente es “apodejomai” y su significado literal es “tomar totalmente” (strong 588) y se aplica al 7º significado, que se utiliza en una boda cuando se le pregunta al novio si recibe a su novia como esposa. Es muy claro aquí que el novio tiene a la novia, ella ha aceptado casarse con él, pero necesitan hacer un pacto ante Dios y ante los hombres, y a partir de recibirse mutuamente, contraen responsabilidades y privilegios que no tenían antes. Lo mismo sucede entre recibir el Espíritu cuando creemos en Jesús y recibir (tomar totalmente) el Espíritu cuando somos bautizados en Él. Recibir el Espíritu y el Bautismo en el Espíritu son dos experiencias diferentes, que si bien pueden darse al mismo tiempo como en la casa de Cornelio, por lo general primero recibimos el Espíritu Santo al momento de recibir a Cristo y por lo general no somos conscientes de ello (como cuando alguien muere y deja en su testamento a un heredero, el cual no sabe que lo es hasta que se lee el testamento). Posteriormente, recibimos el Bautismo en el Espíritu Santo, que viene acompañado de alguna evidencia externa y visible. Es claro pues, que los samaritanos habían ya recibido el Espíritu Santo al creer en Jesús y ser bautizados en agua, pero aún no habían sido bautizados en el Espíritu (tomado totalmente lo que habían recibido). Por eso es que, cuando Pedro y Juan impusieron las manos sobre ellos, hubo evidencias externas y visibles. Entonces, en este pasaje particular, “recibir el Espíritu Santo” se refiere al bautismo en el Espíritu Santo, que es la experiencia posterior a la salvación cuando se recibe por primera vez el Espíritu, puesto que ellos ya tenían el Espíritu dentro de ellos desde el momento en que creyeron en Jesús.
SIMÓN EL HECHICERO.
Hch 8:18-19 Cuando vio Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció dinero, diciendo: Dadme también a mí este poder, para que cualquiera a quien yo impusiere las manos reciba el Espíritu Santo.
Simón el hechicero ofreció dinero a Pedro y a Juan para que le dieran el poder de bautizar en el Espíritu Santo. Algunos piensan que Simón trató de comprar el Espíritu Santo, pero eso no fue lo que hizo. Simón trató de comprar la habilidad de imponer las manos en la gente y que recibieran el bautismo en el Espíritu Santo. Pedro le contestó: Tu dinero perezca contigo, porque has pensado que el don de Dios se obtiene con dinero (v20). Existen cuatro diferentes palabras en griego para traducir “don” en el Nuevo Testamento. Esta palabra griega en particular significa “un talento”. Pedro dijo que él y Juan imponían manos en la gente para que recibieran el bautismo del Espíritu Santo. ¿Cómo sabemos que estos samaritanos recibieron el Bautismo en el Espíritu Santo? Los que no creen el bautismo en el Espíritu Santo argumentan que este pasaje de la Escritura no dice nada acerca del bautismo en el Espíritu Santo. Sin embargo, no hay prueba de que no hayan sido bautizados en el Espíritu, porque Simón vio que algo sucedía, una evidencia externa, una reacción visible de la imposición de las manos, y por eso ofreció dinero. Como veremos más adelante, hay siete evidencias externas del bautismo en el Espíritu Santo, y aquí en Samaria sucedió algo que fue visible: …Simón vio que por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo …(v18). Ciertamente el Espíritu Santo no puede ser visto físicamente por nuestros ojos, porque Dios es Espíritu y es invisible, pero como el viento que es invisible pero podemos ver sus efectos, así podemos ver también la manifestación del Espíritu. En este caso, hubo algún tipo de señal física que Simón vio y supo que habían recibido el bautismo del Espíritu. Tuvo que haber pasado algo que se registrara en los sentidos físicos de Simón y que lo llevó a poder decir que ellos habían recibido el Espíritu. Simón mismo no pudo recibir el Espíritu pero pudo ver que otros sí lo recibían. ¿Cómo? Algunos dicen que Simón vio que los samaritanos se regocijaban, pero eso era algo que ya había visto antes, porque en el versículo 8 dice que había gran gozo en aquella ciudad. Entonces ¿qué clase de señal pudo haber visto Simón que supo que esta gente había recibido el Espíritu Santo cuando Pedro y Juan les impusieron las manos? Todo indica que la señal fue una de las evidencias externas del bautismo. Como veremos después, hay siete evidencias externas, cuatro inmediatas y tres progresivas. Las inmediatas que puedo haber visto pudieron ser alguna de estas: hablar en lenguas, profetizar, glorificar a Dios o una manifestación del Espíritu Santo (sanidad, señal, prodigio, milagro o repartimiento). La evidencia externa no es el Espíritu Santo y el Espíritu Santo no necesita la evidencia externa, pero van de la mano. Es como la suela del zapato, la suela no es el zapato y el zapato no es la suela, pero son necesarios el uno al otro. O como cuando uno compra un auto y se le expide una tarjeta de circulación como prueba de la propiedad. El automóvil no es la tarjeta, y la tarjeta no es el automóvil, pero no se podría llegar muy lejos en ese automóvil sin la tarjeta. Si estamos bautizados en el Espíritu Santo, debemos tener la prueba (la evidencia externa) que va junto con Él. Notemos además que en Hechos no hay sugerencia alguna de que Pedro y Juan enseñaran a los Samaritanos que debían “esperar” para ser bautizados en el Espíritu Santo. El enseñar a la gente que tiene que “esperar” para ser lleno del Espíritu Santo, lo cual es dado como un regalo, solo produce confusión e indecisión. Howard Carter, quien fuera muchos años supervisor general de las Asambleas de Dios en Gran Bretaña y que fue un gran mentor en círculos del evangelio alrededor del mundo, dijo que enseñar a la gente a esperar por el Espíritu Santo no era más que una combinación de una mala estrategia y falta de fe.
UN REGALO.
Notemos algo más en Hechos 8. Pedro y Juan no oraron para que Dios les diera el Espíritu Santo a los samaritanos. Ellos solamente oraron por ellos para que recibieran el Espíritu Santo, lo cual significa, de acuerdo al significado en griego de “recibieran”, que oraron para que fueran conscientes del Espíritu Santo que ya estaba en ellos para tener un compromiso y una entrega total al Espíritu Santo. Con frecuencia oramos: “Señor, que esta noche se salven los perdidos, se sanen los enfermos y sean bautizados con el Espíritu los creyentes”. Sin embargo, no encontramos en ningún lugar de los Hechos ni del Nuevo Testamento en donde los cristianos pudieron haber orado así. Debemos orar por los perdidos, pero no para que Dios los salve, porque Jesús ya hizo algo para salvarlos, murió en la Cruz y pagó el precio de la salvación de cada hombre. Sin embargo, los perdidos deben escuchar el evangelio para que crean en Jesús y puedan ser salvos. Esa es la razón por la que Jesús nos manda que prediquemos las Buenas Nuevas y eso es lo que debemos hacer. En vez orar a Dios que salve a los perdidos (lo que ya hizo en la cruz) debemos pedir denuedo para predicar el evangelio. En las Escrituras no dice que debemos orar para que la gente reciba el regalo de la vida eterna que les es ofrecido y que ya fue ganado y comprado por Jesucristo. Tampoco debemos orar para que la gente se sane. Debemos orar para que reciban la sanidad que Jesús consiguió en Su muerte, porque por su llaga fuimos nosotros curados, pues ciertamente llevó Jesús todas nuestras enfermedades en Su cuerpo sobre el madero. Tampoco debemos orar para que Dios nos llene de Su Espíritu Santo. Mas bien debemos orar para que los creyentes reciban el bautismo del Espíritu Santo, que es el don que Dios ofrece. Notemos también que la Escritura no dice que cuando los apóstoles imponían las manos sobre los creyentes Dios los llenaba del Espíritu Santo, sino que recibían el bautismo en el Espíritu Santo. Por eso debemos nosotros hacer lo mismo, poner las manos sobre los creyentes para que reciban el Bautismo en el Espíritu Santo. Debemos hacerlo por fe, porque está escrito. Y debemos hacerlo todos, no solamente los líderes, porque la promesa es de que: “Estas señales seguirán a los que creen: en mi nombre echarán fuera demonios, hablarán nuevas lenguas, tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán” (Mr 16:16-17).
El bautismo en el Espíritu Santo es la experiencia inevitable como consecuencia de la salvación.
Jesucristo claramente enseñó que desde el momento de creer en él recibimos el Espíritu Santo: El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva, esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en Él, pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado (Jn 7:38-39). Sin embargo, el tener el Espíritu desde que recibimos a Cristo no implica que estamos bautizados del Espíritu Santo. La Escritura hace diferencia entre recibir, el ser bautizado, la llenura y la plenitud del Espíritu. Podemos ser bautizados en el mismo instante que creemos, como fue el caso de Cornelio y su familia, o tiempo después como fue el caso de los samaritanos, que creyeron en Jesús y se bautizaron en agua pero aún no habían sido bautizados en el Espíritu Santo, o el caso de Saulo, que creyó y recibió el Espíritu por creer, pero que fue bautizado en el Espíritu y en agua 3 días después (Hch 8-10).
FELIPE EN SAMARIA.
Hch 8:12-13 Pero cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del Reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres. También creyó Simón mismo, y habiéndose bautizado, estaba siempre con Felipe; y viendo las señales y grandes milagros que se hacían, estaba atónito.
Dios bendijo abundantemente a Felipe en Samaria. Constantemente se veían grandes milagros. Muchos fueron salvos, sanos y liberados, de acuerdo a Hch 8:7-8 Porque de muchos que tenían espíritus inmundos, salían éstos dando grandes voces; y muchos paralíticos y cojos eran sanados; así que había gran gozo en aquella ciudad. Los samaritanos creían en las predicaciones de Felipe concernientes al reino de Dios y al nombre de Jesús, y fueron bautizados en agua: Pero cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del Reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres. (v12). Jesús había dicho: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado. (Mr 16:15-16).
PEDRO Y JUAN ENVIADOS A SAMARIA.
Estos samaritanos creían y eran bautizados. ¿Fueron salvos? ¡De acuerdo a Jesús sí lo fueron! Aún así, dice la Escritura que ninguno de ellos había recibido aún el Espíritu Santo: Hch 8:14 Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había recibido la palabra de Dios, enviaron allá a Pedro y a Juan; los cuales, habiendo venido, oraron por ellos para que recibiesen el Espíritu Santo; porque aún no había descendido sobre ninguno de ellos, sino que solamente habían sido bautizados en el nombre de Jesús. Entonces les imponían las manos, y recibían el Espíritu Santo. ¿Contradice esto lo que enseñó Jesús cuando prometió que todos los que creyesen en Él recibirían el Espíritu Santo, desde el momento en que creyesen? ¿Contradice esto lo dicho por el Espíritu Santo por medio de Pedro cuando aseguró que si nos arrepentíamos y bautizábamos (evidencias de creer) recibiríamos el don del Espíritu Santo? ¡Claro que no! Recibir tiene siete significados en el idioma griego:
(1) Tomar algo que se le da a alguien que no poseía (como recibir un regalo) – esta es la palabra en Hch 8:14 “recibido la palabra de Dios”;
(2) Tomar conocimiento de algo que le comunican que poseía pero no sabía, como recibir la noticia de una enfermedad, o de una herencia – esta es la palabra en Hch 8:15 “para que recibiesen el Espíritu Santo”;
(3) Reaccionar de una determinada manera ante una idea o una opinión (recibió con alegría la propuesta)
(4) Ser objeto de algo que produce una impresión positiva o negativa (recibir un castigo o un homenaje)
(5) Experimentar o sufrir los efectos de una acción (recibir una bofetada o un golpe) y
(6) Acoger a una persona que llega de fuera o salir a encontrarse con ella (recibir a los invitados) y
(7) Admitir a otra persona en su vida (recibir a una mujer como esposa) – esta es la palabra en Hch 8:17 “y recibían el Espíritu Santo”.
En el caso de Hechos 8:17, la palabra literalmente es “apodejomai” y su significado literal es “tomar totalmente” (strong 588) y se aplica al 7º significado, que se utiliza en una boda cuando se le pregunta al novio si recibe a su novia como esposa. Es muy claro aquí que el novio tiene a la novia, ella ha aceptado casarse con él, pero necesitan hacer un pacto ante Dios y ante los hombres, y a partir de recibirse mutuamente, contraen responsabilidades y privilegios que no tenían antes. Lo mismo sucede entre recibir el Espíritu cuando creemos en Jesús y recibir (tomar totalmente) el Espíritu cuando somos bautizados en Él. Recibir el Espíritu y el Bautismo en el Espíritu son dos experiencias diferentes, que si bien pueden darse al mismo tiempo como en la casa de Cornelio, por lo general primero recibimos el Espíritu Santo al momento de recibir a Cristo y por lo general no somos conscientes de ello (como cuando alguien muere y deja en su testamento a un heredero, el cual no sabe que lo es hasta que se lee el testamento). Posteriormente, recibimos el Bautismo en el Espíritu Santo, que viene acompañado de alguna evidencia externa y visible. Es claro pues, que los samaritanos habían ya recibido el Espíritu Santo al creer en Jesús y ser bautizados en agua, pero aún no habían sido bautizados en el Espíritu (tomado totalmente lo que habían recibido). Por eso es que, cuando Pedro y Juan impusieron las manos sobre ellos, hubo evidencias externas y visibles. Entonces, en este pasaje particular, “recibir el Espíritu Santo” se refiere al bautismo en el Espíritu Santo, que es la experiencia posterior a la salvación cuando se recibe por primera vez el Espíritu, puesto que ellos ya tenían el Espíritu dentro de ellos desde el momento en que creyeron en Jesús.
SIMÓN EL HECHICERO.
Hch 8:18-19 Cuando vio Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció dinero, diciendo: Dadme también a mí este poder, para que cualquiera a quien yo impusiere las manos reciba el Espíritu Santo.
Simón el hechicero ofreció dinero a Pedro y a Juan para que le dieran el poder de bautizar en el Espíritu Santo. Algunos piensan que Simón trató de comprar el Espíritu Santo, pero eso no fue lo que hizo. Simón trató de comprar la habilidad de imponer las manos en la gente y que recibieran el bautismo en el Espíritu Santo. Pedro le contestó: Tu dinero perezca contigo, porque has pensado que el don de Dios se obtiene con dinero (v20). Existen cuatro diferentes palabras en griego para traducir “don” en el Nuevo Testamento. Esta palabra griega en particular significa “un talento”. Pedro dijo que él y Juan imponían manos en la gente para que recibieran el bautismo del Espíritu Santo. ¿Cómo sabemos que estos samaritanos recibieron el Bautismo en el Espíritu Santo? Los que no creen el bautismo en el Espíritu Santo argumentan que este pasaje de la Escritura no dice nada acerca del bautismo en el Espíritu Santo. Sin embargo, no hay prueba de que no hayan sido bautizados en el Espíritu, porque Simón vio que algo sucedía, una evidencia externa, una reacción visible de la imposición de las manos, y por eso ofreció dinero. Como veremos más adelante, hay siete evidencias externas del bautismo en el Espíritu Santo, y aquí en Samaria sucedió algo que fue visible: …Simón vio que por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo …(v18). Ciertamente el Espíritu Santo no puede ser visto físicamente por nuestros ojos, porque Dios es Espíritu y es invisible, pero como el viento que es invisible pero podemos ver sus efectos, así podemos ver también la manifestación del Espíritu. En este caso, hubo algún tipo de señal física que Simón vio y supo que habían recibido el bautismo del Espíritu. Tuvo que haber pasado algo que se registrara en los sentidos físicos de Simón y que lo llevó a poder decir que ellos habían recibido el Espíritu. Simón mismo no pudo recibir el Espíritu pero pudo ver que otros sí lo recibían. ¿Cómo? Algunos dicen que Simón vio que los samaritanos se regocijaban, pero eso era algo que ya había visto antes, porque en el versículo 8 dice que había gran gozo en aquella ciudad. Entonces ¿qué clase de señal pudo haber visto Simón que supo que esta gente había recibido el Espíritu Santo cuando Pedro y Juan les impusieron las manos? Todo indica que la señal fue una de las evidencias externas del bautismo. Como veremos después, hay siete evidencias externas, cuatro inmediatas y tres progresivas. Las inmediatas que puedo haber visto pudieron ser alguna de estas: hablar en lenguas, profetizar, glorificar a Dios o una manifestación del Espíritu Santo (sanidad, señal, prodigio, milagro o repartimiento). La evidencia externa no es el Espíritu Santo y el Espíritu Santo no necesita la evidencia externa, pero van de la mano. Es como la suela del zapato, la suela no es el zapato y el zapato no es la suela, pero son necesarios el uno al otro. O como cuando uno compra un auto y se le expide una tarjeta de circulación como prueba de la propiedad. El automóvil no es la tarjeta, y la tarjeta no es el automóvil, pero no se podría llegar muy lejos en ese automóvil sin la tarjeta. Si estamos bautizados en el Espíritu Santo, debemos tener la prueba (la evidencia externa) que va junto con Él. Notemos además que en Hechos no hay sugerencia alguna de que Pedro y Juan enseñaran a los Samaritanos que debían “esperar” para ser bautizados en el Espíritu Santo. El enseñar a la gente que tiene que “esperar” para ser lleno del Espíritu Santo, lo cual es dado como un regalo, solo produce confusión e indecisión. Howard Carter, quien fuera muchos años supervisor general de las Asambleas de Dios en Gran Bretaña y que fue un gran mentor en círculos del evangelio alrededor del mundo, dijo que enseñar a la gente a esperar por el Espíritu Santo no era más que una combinación de una mala estrategia y falta de fe.
UN REGALO.
Notemos algo más en Hechos 8. Pedro y Juan no oraron para que Dios les diera el Espíritu Santo a los samaritanos. Ellos solamente oraron por ellos para que recibieran el Espíritu Santo, lo cual significa, de acuerdo al significado en griego de “recibieran”, que oraron para que fueran conscientes del Espíritu Santo que ya estaba en ellos para tener un compromiso y una entrega total al Espíritu Santo. Con frecuencia oramos: “Señor, que esta noche se salven los perdidos, se sanen los enfermos y sean bautizados con el Espíritu los creyentes”. Sin embargo, no encontramos en ningún lugar de los Hechos ni del Nuevo Testamento en donde los cristianos pudieron haber orado así. Debemos orar por los perdidos, pero no para que Dios los salve, porque Jesús ya hizo algo para salvarlos, murió en la Cruz y pagó el precio de la salvación de cada hombre. Sin embargo, los perdidos deben escuchar el evangelio para que crean en Jesús y puedan ser salvos. Esa es la razón por la que Jesús nos manda que prediquemos las Buenas Nuevas y eso es lo que debemos hacer. En vez orar a Dios que salve a los perdidos (lo que ya hizo en la cruz) debemos pedir denuedo para predicar el evangelio. En las Escrituras no dice que debemos orar para que la gente reciba el regalo de la vida eterna que les es ofrecido y que ya fue ganado y comprado por Jesucristo. Tampoco debemos orar para que la gente se sane. Debemos orar para que reciban la sanidad que Jesús consiguió en Su muerte, porque por su llaga fuimos nosotros curados, pues ciertamente llevó Jesús todas nuestras enfermedades en Su cuerpo sobre el madero. Tampoco debemos orar para que Dios nos llene de Su Espíritu Santo. Mas bien debemos orar para que los creyentes reciban el bautismo del Espíritu Santo, que es el don que Dios ofrece. Notemos también que la Escritura no dice que cuando los apóstoles imponían las manos sobre los creyentes Dios los llenaba del Espíritu Santo, sino que recibían el bautismo en el Espíritu Santo. Por eso debemos nosotros hacer lo mismo, poner las manos sobre los creyentes para que reciban el Bautismo en el Espíritu Santo. Debemos hacerlo por fe, porque está escrito. Y debemos hacerlo todos, no solamente los líderes, porque la promesa es de que: “Estas señales seguirán a los que creen: en mi nombre echarán fuera demonios, hablarán nuevas lenguas, tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán” (Mr 16:16-17).