SEÑALES Y MARAVILLAS EN LA HISTORIA DE LA IGLESIA parte 4.
Las señales y maravillas no están destinadas por Dios para los líderes sino para los creyentes, para todo aquel que cree.
9º Los Moravianos (cerca de los años 1700-1760)
El conde Van Zinzendorf, estableció una ciudad de refugio cerca del Dresden, Alemania, llamada Herrnhutt. Los cristianos perseguidos venían de toda Europa para hacer su hogar en esta ciudad de refugio. El siguiente, es un breve relato de una visitación especial del Espíritu que vino a la aldea el verano de 1727. De esto, surgió un servicio de oración que se extendió 24 horas al día sin cesar por más de 100 años: “Creyendo firmemente que era la voluntad de Dios, Zinzendorf comenzó, de esa manera, a moldear un grupo de refugiados de diferentes denominaciones en una congregación unida y envuelta en el evangelismo personal. Pero a través de todo el verano, las personas parecían estar esperando y preparándose para una visitación de parte del Señor. El domingo 2 de Julio, fue un día de gratas bendiciones; El conde predicó en Herrnhutt. El vecindario completo estaba en llamas de gratitud hacia Dios...El 16 de Julio oró por los jóvenes. Además de la noche obligatoria de vigilia, grupos pequeños de hermanos solteros conducían vigilias de oración y meditación de toda la noche. Estas demostraron ser un verdadero reposo en Dios, y Zinzendorf a menudo se unía. Desde el 22 de Julio hasta el 4 de Agosto, Zinzendorf fue de visita al hogar de Baron Gersdorf en Silesia. En la biblioteca encontró el libro Ratio Disciplinae, y del Prefacio aprendió acerca de la visión ecuménica temprana de la Iglesia Irénica antigua. Él redactó un resumen en alemán del “Ratio Disciplinae” y, a su regreso, se lo entregó a los equipos de oración en Herrnhutt. Inmediatamente ellos reconocieron la similitud entre esta iglesia y lo que Dios estaba haciendo entre ellos. Un moraviano escribió: ‘Descubrimos el dedo de Dios, y nos encontramos bautizados bajo la nube de nuestros padres, con su espíritu.´ Porque ese espíritu descendió otra vez sobre nosotros, y grandes señales y maravillas fueron obradas entre los hermanos en aquellos días, prevaleciendo una maravillosa gracia entre nosotros, y en todo el país. Ciertamente hubo una gran gracia prevaleciendo en Herrnhutt. Hubo una expectación contagiosa y santa. Era evidente que los habitantes de Herrnhutt, estaban siendo conducidos inevitablemente y paso a paso hacia el Pentecostés del 13 de Agosto. Ese día sería la misma corona del verano dorado. Una unidad cristiana gloriosa seguiría. Mientras se conducía el servicio de la tarde en Herrnhutt el 10 de Agosto, Rote estaba tan superado por la presencia tan cercana de Dios, que se arrodilló en el polvo frente a él. Toda la congregación siguió el patrón del pastor y continuaron juntos hasta la media noche alabando a Dios y comprometiéndose en un pacto entre unos y otros, con muchas lágrimas y ardientes súplicas para morar juntos en amor y armonía.
10º Juan Wesley (1703-1791)
Juan Wesley fue el fundador de la Iglesia Metodista. En su Diario, escribió: “Al reflexionar sobre un libro extraño que había leído en este viaje: ‘El engaño general de los cristianos con relación a la profecía’, estuve plenamente convencido de lo que una vez había sospechado: Que los Montanistas, en el segundo y tercer siglos, eran cristianos reales y bíblicos; y que la principal razón de por qué los dones de milagros fueron retirados tan pronto no se debió sólo a que la fe y la santidad se habían perdido de vista, sino que los hombres ortodoxos, áridos y formales, comenzaron a ridiculizar los dones de los que ellos carecían, clasificándolos a todos como exhibiciones de locura o impostura. Wesley escribió una carta a Tomás Church en Junio de 1746 en la cual declaró: “Con todo, no creo que Dios se haya abstenido de ejercer su poder soberano de la operación de milagros en cualquier clase o grado y en cualquier época, ni lo hará hasta el fin del mundo. No recuerdo alguna escritura en la cual hayamos sido enseñados que los milagros deberían ser confinados dentro de los límites, ya sea de la era apostólica o de la era cipriánica o de cualquier otro período de tiempo... No he visto en el Antiguo ni Nuevo Testamentos intimación alguna de esa clase. San Pablo dice concerniente a dos de los dones milagrosos del Espíritu (creo yo que esa prueba es usualmente comprendida): ‘Porque las profecías cesarán, y también las lenguas’. Pero no dice que éstas o cualquier otro milagro cesará hasta que la esperanza y la fe dejen de ser también, hasta que todos desaparezcan en la visión de Dios...”. También escribió esto: “Una joven estaba poseída con un demonio. La interrumpimos por medio de orar a Dios... Continuamos en oración hasta después de las once, cuando Dios en un momento, habló paz al alma... Luego, se unió en alabanza a Él, quien había echado fuera al enemigo perturbador.” Página 130: “Visité la casa de William Shalwood. Él y su esposa estaban enfermos en cama y con pocas esperanzas de recuperarse. Sin embargo, después de orar, creí que no morirían, sino que vivirían para declarar la misericordia compasiva del Señor. La siguiente ocasión que le visité, él estaba sentado abajo y su esposa había podido salir de viaje”. Página 146: “Cuando me marché de Smeton, mi caballo estaba tan lastimado... que apenas podía colocar su pata sobre la tierra. Fueron siete millas las que cabalgué en ese estado, estaba realmente cansado y mi cabeza me dolía más de lo que me había dolido en meses. Entonces pensé: ’¿acaso no tiene Dios poder para sanar tanto a los hombres como a las bestias por cualquier medio o sin ningún medio?’ Inmediatamente desapareció de mí el cansancio y el dolor de cabeza, al igual que la cojera de mi caballo en un instante. Tampoco nos detuvimos ese día ni el siguiente de nuestra jornada”.
11º Los Bautistas (cerca de 1740)
Los primeros Bautistas Americanos recibieron, de Inglaterra, la tradición de colocar las manos después del bautismo en agua “para recepción adicional del Espíritu Santo de la promesa, o como una adición a la gracia del Espíritu...”, pues “todo el evangelio era confirmado en tiempos primitivos con señales, maravillas, diversos milagros y Dones del Espíritu Santo en general”. El historiador bautista Edward Hiscox, señala los primeros registros de la asociación de Filadelfia, en los que hay indicaciones de que los diversos dones del Espíritu estuvieron en operación en las iglesias de esa área para el año 1743.
12º Los hermanos Mc Donald (cerca de los años 1820-1920)
Los ejemplos del hablar en lenguas durante el siglo diecinueve pueden ser trazados hasta un avivamiento que se desató en Puerto Glasgow, Escocia, dirigido por James y George Mc Donald, hombres de carácter íntegro. En el año 1830, el Dr. Thompson, un miembro laico de la Iglesia Cuadrangular Presbiteriana de Regent, Londres, llevó las noticias de tal avivamiento a su pastor, Edward Irving. La gente de la iglesia de Irving buscó y recibió la experiencia del bautismo en el Espíritu, hablaron en lenguas y profetizaron en los servicios públicos. El avivamiento se extendió hasta Suiza, Irlanda y Armenia.
13º Carlos Finey.
Finey declaró: “Recibí un poderoso bautismo del Espíritu Santo. Ninguna palabra puede expresar el amor maravilloso que fue derramado fuera de mi corazón. Lloré a toda voz con gozo y amor, debería decir que literalmente eché fuera las efusiones que no se pueden articular de mi corazón”.
14º Carlos H. Spurgeon.
Del libro: “La Vida de Carlos Spurgeon”, por Russell H. Conwell. Página 77: “Los días de la profecía no han pasado, ni tampoco el período de los milagros está cerrado”. Página 102: “Él enseñó una clase de Escuela Dominical, la cual, creció en grandes proporciones hasta sobrepasar al resto de la escuela. Pero la redujo al urgir a los estudiantes a salir fuera a hacer la obra de evangelistas, a distribuir tratados, a interesarse en los pobres y a orar por los enfermos.” Página 173: “Cuando se le preguntó que si creía que todas las personas podían ser sanadas por el uso de la oración sincera de parte de personas que creyeran en Cristo y cuyas vidas fueran justas, anunció: ‘...ningún hombre en Inglaterra o América en este siglo 19, ha sanado tantos enfermos como Spurgeon, aunque no era un médico’. Miles de casos recibieron sanidad en respuesta a la oración, entre ellos, parálisis parcial, reumatismo, aflicción mental y fiebre contagiosa. Él se consideró a sí mismo como el agente mismo del poder Divino, y habló de sí mismo en dos ocasiones como indigno de poseer el don de Sanidad.
15º D.L. Moody.
Un hambre y sed intensas de poder espiritual fueron despertadas en él por dos mujeres que asistían a sus servicios y se sentaban al frente. Al concluir los servicios, le decían: “Hemos estado orando por usted”. Moody contestaba: “¿Por qué no oran por los pecadores?” Las mujeres respondieron: “Porque usted necesita el poder del Espíritu”. Al relatar el incidente años más tarde, el Sr. Moody decía: “¿Yo necesitaba poder?” ¡Pensaba que tenía poder! Tenía la congregación más grande de Chicago, y la gente continuaba convirtiéndose. Pero aquellas dos mujeres santas seguían orando por mí, y su ardiente diálogo acerca de la unción especial para el servicio, me hizo pensar. Les pedí que vinieran a conversar conmigo, y ellas derramaron sus corazones en oración para que recibiera la saturación completa del Espíritu Santo. Entonces, sentí una gran hambre en el interior de mi alma. No sabía lo que era. Comencé a llorar como nunca antes lo había hecho. Sentí la sensación de que en realidad no quería vivir si no recibía ese poder para el servicio.” Mientras el Sr. Moody estaba en esa condición, la ciudad de Chicago fue dejada en cenizas por un horrible incendio que casi la destruyó en su totalidad. El edificio de su iglesia fue quemado. Luego, el fuego cruzó el río y los Moody tuvieron que huir en la oscuridad de la noche mientras el fuego arrasaba con su hogar también. Tan pronto como su esposa y familia estuvieron a salvo con amigos, el Sr. Moody se dedicó a la obra de aliviar a los necesitados: Fuimos al Este para levantar dinero para quienes quedaron sin hogar y también para una nueva iglesia. Durante ese tiempo, el hambre por más poder espiritual todavía consumía al Sr. Moody. “Mi corazón no estaba en la tarea de suplicar por dinero”, dijo él. “No podía apelar, me la pasaba llorando todo el tiempo para que Dios me llenara plenamente con Su Espíritu. Una vez en la ciudad de Nueva York - ¡Oh, qué día! - no puedo describirlo. Raras veces puedo referirme a tal día; era una experiencia casi demasiado sagrada para nombrarla. Pablo tuvo una experiencia de la cual nunca habló por catorce días. Sólo puedo decir que Dios se me reveló A Sí Mismo, y tuve una experiencia tal de Su amor que le tuve que pedir que permaneciera con Su mano extendida. Salí a predicar otra vez. Los sermones no fueron diferentes; no presenté ninguna verdad nueva; sin embargo, cientos se convirtieron. No aceptaría volver a la posición que tenía antes de recibir esa bendita experiencia - aun cuando me dieran el mundo entero - sería como polvo diminuto que cae de una balanza.” El Dr. Richard Boyd, un amigo de Moody, escribió: “Cuando llegué a los salones de la YMCA, encontré el culto en llamas. Los jóvenes hablaban en lenguas y profetizaban. ¿Qué cosa quiero decir? Únicamente que Moody había estado en ese servicio predicándoles esa tarde.” En un servicio en Los Ángeles, el Dr. Torrey relató cómo en uno de los grandes servicios del Sr. Moody en Londres, se levantó a leer las Escrituras, comenzó a hablar involuntariamente palabras que ni él ni su congregación entendía.
16º La Calle Azusa (1906)
En 1905, Charles Parham movió su escuela de Topeka, Kansas, para Houston, Texas. Allá, William J. Seymour, un evangelista negro, se unió a la escuela. Se abrazó a la enseñanza del “hablar en lenguas”, pero no experimentó esto en Houston. En 1906, Seymour fue invitado a hablar en una pequeña Iglesia de los Nazarenos en Los Ángeles. El día 1 de Abril de 1906, Seymour habló en lenguas. El pequeño grupo pronto creció tanto que la pequeña casa donde se congregaban en Bonnie Brae no era suficiente para acomodarlos y se mudaron a un viejo establo de caballos en la calle Azusa 312. Seymour era la figura central del avivamiento de la calle Azusa. El avivamiento continuó durante tres años y medio en la Calle Azusa. Los servicios eran conducidos tres veces al día: por la mañana, por la tarde y por la noche. La atención central era el hablar en lenguas, pero la sanidad de los enfermos no se quedaba muy atrás. Seymour era el pastor de la congregación, la cual, estaba compuesta de negros y blancos hasta su muerte en 1929. Los peregrinos hacia Azusa eran comunes de todas partes del mundo. La historia de la iglesia nos confirma que Dios sigue obrando señales y milagros el día de hoy y que todos los creyentes podemos involucrarnos y ser partícipes de eso.